Leemos en un periódico nacional español (el mismo periódico que publicó los papeles de México antes que EL DÍA, sin que nadie haya osado denunciarlo porque aquí parece que sólo importa lo que da a conocer EL DÍA) que el déspota político que preside el Gobierno de Canarias -que no es otro que ese necio político llamado Paulino Rivero-, se reserva 50,5 millones de euros de los presupuestos de la Comunidad autónoma para tenerlos exclusivamente bajo su control. El fin último de gran parte de ese dinero es, según el periódico que mencionamos pero no citamos por su nombre, tabú para la opinión pública, aunque parte de esos fondos pueden destinarse a la "compra de noticias". ¿Quiere esto decir a financiar a dos periódicos que con frecuencia entrevistan al déspota y torpe político, así como a su señora esposa, para que lancen diatribas contra EL DÍA y su editor? No lo sabemos, aunque conviene que se aclare cuanto antes. Decíamos en nuestro comentario del sábado -y lo reiteramos hoy- que procede una investigación urgente sobre este asunto. La Fiscalía no debe descansar por el hecho de que estemos en campaña electoral.

No obstante, y al margen de posibles responsabilidades políticas y hasta penales que se puedan derivar de esta práctica, nos preguntamos si no es inmoral que un presidente se reserve más de cincuenta millones de euros para su propia disposición, cuando tantos de sus compatriotas están en las colas del hambre y cuando tanto cunde la miseria en una región que está a la cabeza de España -nación a la que nos unce forzadamente el yugo colonial- en cuanto a cifras de paro. Muy sospechoso.

Este hombre no puede seguir al frente del Gobierno regional. Ni él, ni su señora esposa, doña Ángela Mena, que es quien manda pese a ser un ave exótica. Insisten los dirigentes de CC en decir que Canarias será un problema de Estado si no se resuelve el desempleo. No es que Canarias sea un problema; es que tiene un grave problema con el inepto político que preside su Gobierno autonómico. Como no teníamos poco con nuestra esclavitud colonial, nos ha caído encima la desgracia de Paulino Rivero. ¿Y qué decir de doña Ana Oramas? ¿Qué añadir por nuestra parte a esas declaraciones suyas de que sin la voz de CC en el Congreso de los Diputados, Canarias se queda muda? ¿De qué les ha servido a los canarios la voz de esta señora, desde que dejó la alcaldía de La laguna para dedicarse, como ella mismo ha dicho, a la política pura? ¿Alguna vez se ha puesto de pie doña Ana Oramas, se ha subido a su escaño para que todos los diputados la vean bien, y ha dicho que ya basta de sumisión colonial a España? Nunca. Y eso que conoce perfectamente el hambre y las penalidades que sufre su pueblo. ¿O es que no las conoce? Lo único que han hecho la señora Oramas, el señor Perestelo y el señorito Ríos -menos mal que todavía queda un mínimo de decencia política en CC y no lo han puesto esta vez en las listas- es seguirle el juego a Zapatero. Todavía a estas alturas se vanagloria la señora Oramas de haberle dado su voto a Zapatero para que consiguiese aprobar los Presupuestos del Estado. Qué ignominia. Qué vergüenza. Nunca antes se vio tanto descaro. ¿Tenemos los canarios que continuar soportando a estos políticos? ¿Tenemos que seguir contemplando impasibles cómo España esquilma nuestras riquezas -lleva haciéndolo casi seis siglos- y nos hunde en la miseria y el hambre? ¿Qué hacen los que dicen ser la voz de Canarias en Madrid para poner fin a esta afrenta?

Nada. No hacen nada y encima, para más inri, quieren repetir. Quiere la señora Oramas garantizarse su pensión cuando se jubile. A ella, como a los falsos nacionalistas de CC -siempre salvamos las honrosas excepciones que existen entre ellos- lo único importante son los bolsillos. Los suyos propios. Y el pueblo que se las arregle. Cínicos. Sinvergüenzas. Déspotas. Pero ese pueblo al que tanto están sangrando no tardará en tomarse su venganza. Ahora será en las urnas, pero no pasará mucho tiempo antes de que se produzca un estallido social y la gente salga a la calle muy airada y violentan. Es algo que no deseamos porque, lo decimos una vez más, detestamos la violencia aunque esté sustentada en una causa justa. La violencia, jamás. Pero el hastío de la gente es mucho. Tanto, como la iniquidad política de quienes dicen -qué mentira más grande- defender los intereses de los canarios en Madrid.