SI ALGO identifica las auténticas intenciones de un partido en plena época electoral como la que estamos viviendo hasta el 20 de noviembre son los avances sociales conseguidos con anterioridad y el presupuesto a ellos dedicado. Sin ninguna duda, desde la transición de la dictadura franquista a la todavía joven democracia los avances sociales son muy significativos, como no podía ser de otra manera en un verdadero Estado democrático.

Si históricamente repasamos los gestos más significativos en este sentido, pocas oportunidades tuvo la inestable UCD, que acabó con el mismo Adolfo Suárez, mientras que las etapas de gobierno que disfrutó Felipe González gobernando el PSOE desde 1982 a 1996 nos trajeron la universalización de los principios básicos del Estado del bienestar social, como son la educación (establecidos en 1984 mediante la ley del derecho a la educación), la sanidad (con la aprobación en 1986 de la Ley General de Sanidad, que consagró la asistencia sanitaria pública y gratuita por igual a todas las personas) y las pensiones no contributivas, implantadas en 1990, con mejoras en general muy favorables en los años sucesivos.

Y es a partir de 2004 cuando el PSOE, con José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), a pesar de la crisis financiera internacional que ha obligado a dolorosos ajustes, avanza profundamente en las políticas de igualdad y nuevos derechos, y más concretamente con la tan necesaria Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, que dependiendo del color del gobierno de las comunidades autónomas ha tenido mayor o menor apoyo e incidencia, en general menos donde ha gobernado o gobierna el Partido Popular por su estrategia de oposición, y muy escasa, lamentablemente, en el caso concreto de Canarias.

No podemos decir lo mismo sobre estas cuestiones sociales con los dos gobiernos del Partido Popular de José María Aznar, promotor, por cierto, de la guerra contra Irak, caracterizado por el apoyo decidido al copago sanitario y la educación privada de élite, obstaculizando el desarrollo de la Ley de Dependencia y el fortalecimiento de la educación pública, y con una clarísima apuesta por desviar las patologías fáciles y más rentables desde el punto de vista económico a la sanidad privada, y reservando para la pública las más costosas y complicadas. Los nuevos dirigentes autonómicos del PP de Castilla-La Mancha, Galicia, Murcia o Madrid, por citar unos claros ejemplos, defienden con vehemencia el copago sanitario.

Así que la experiencia nos demuestra que no es lo mismo PSOE que PP. Basta profundizar en el programa electoral de ambos partidos, los que tienen en las encuestas más posibilidades de gobierno, PSOE y PP, por lo que el domingo 20 de noviembre debemos no solo acudir a votar en libertad con la alegría que identifica en un día tan festivo nuestro encuentro con los colegios electorales, sino a elegir bien. Nos jugamos mucho. No es lo mismo Rajoy que Rubalcaba. Nada que ver.

jvicentegbethencourt@yahoo.es