El candidato socialista a la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, anoche derrochó simpatía y carisma ante un público entregado al 100%. En semejante escenario, y ante el peligro de que los numerosos manifestantes que lo recibieron fuera del Auditorio de Tenerife con pancartas y pitos en protesta por la demora de la firma del convenio del Estado que posibilitará la reposición de las viviendas del barrio lagunero de Las Chumberas, Rubalcaba decidió anunciar que se suscribirá, por fin, la próxima semana. No necesitó dar más detalles: ni el día ni la hora ni el lugar. Tampoco tuvo que explicar por qué se ha retrasado tanto su firma: la Sala de Cámara (aforo de 428 personas) explotó en aplausos. Más que eso, una ovación, como la que lo recibió al entrar y la que tuvo al partir.

Según los propios organizadores, los simpatizantes y afiliados al acto pudieron rondar los 800, pues además de numerosas personas en medio de los pasillos y de las escaleras de la sala, habilitaron alrededor de 300 sillas en el hall del auditorio.

A la cita no faltó ningún dirigente socialista de importancia de la provincia. Aparte del secretario regional, José Miguel Pérez, también desfilaron por los micrófonos Patricia Hernández, José Segura, y Aurelio Abreu. Se dejaron ver bajo los focos Francisco Hernández Spínola, Gloria Gutiérrez, Julio Cruz, Julio Pérez, Dolores Padrón -muy aplaudida- y Gustavo Matos, entre otros. Juan Carlos Alemán -y alguno más- estaba "escondido" entre el público.

Pero, sin dudas, la atención se centró en un Casimiro Curbelo exultante que entró con una gran ovación -incluso las mujeres rompieron a aplaudir- y que recibió los elogios expresos de José Miguel Pérez cuando habló de los dirigentes del PSOE con responsabilidades en las instituciones. Mientras que los militantes y afiliados -como la mayoría de los políticos sobre el escenario- se entregaron a un efusivo aplauso, Rubalcaba apenas movió las manos. Y no intentó disimular su actitud.

Un comportamiento comprensible tras la polémica que se montó en su día por el incidente en Madrid que obligó a que Curbelo dimitiera como senador y que originó el rechazo de la dirección Federal a que volviera a presentarse a ese cargo.

Aparte de escenificar el diálogo con los manifestantes de Las Chumberas (los atendió unos 10 minutos al inicio del acto), su discurso sonó muy parecido al que había dado horas antes en Puerto del Rosario o en cualquier punto del país: habló de economía, la ambigüedad del líder de la oposición, el popular Mariano Rajoy, y el mantenimiento del estado de bienestar. Más cercano se mostró al prometer dar continuidad al Plan Canarias y a las inversiones estatales en las Islas, así como pedir que las autonomías ricas "echen una mano" al Archipiélago, y retó a Rajoy a que se comprometa con Canarias.

Y como ya es tradición en los mítines del PSOE, los manifestantes prosaharaius también irrumpieron -dos veces esta vez- para ser expulsados con una contundencia que a algunos asistentes les pareció excesiva.