Se nota que vienen elecciones. Las tretas de los políticos lo atestiguan. Hay inauguraciones. Allá fue don Paulino a tal inauguración. Por otro lado, don Paulino firma un acuerdo para ir a las elecciones con don Román Rodríguez de NC, mejor, NGC. ¡A lo que hemos llegado! Don Román se "escindió" de CC y formó su partido. Ahora, CC se alía con don Román; ver para creer. Se juntó el demonio con el diablo. Estos políticos cometen las mayores perrerías con tal de gobernar, de no soltar la teta.

En estas correrías preelectorales el señor Bermúdez visitó Anaga. La noticia de esa visita viene en un periódico local, concretamente, en la página 17 del 30 de septiembre. También vimos un reportaje en la TV Canaria. La foto que pone el referido periódico está tomada en la escalera de acceso a la playa del Roque de las Bodegas.Yo vivo enfrente, a unos veinte metros de la escalera, y no vi al alcalde, aunque dice que habló con los vecinos. Sí vi a sus asesores y algún acólito pavonearse por los alrededores. Lo curioso es que el reportero sacó la foto desde la carretera. Si la hubiera sacado desde la playa hubieran salido los desperfectos que el temporal de 2010 causó en la escalera.

El señor Bermúdez venía preparado con la televisión y fotógrafo. En el reportaje podemos leer con letra destacada: "El alcalde de Santa Cruz visitó Anaga y anunció que antes de fin de año concluirán los trabajos de reparación de los desperfectos causados por el temporal de 2010". ¿Son estas, simplemente, promesas electorales? Esperemos que en enero no tengamos que decir: promesas incumplidas.

J.M. La Serna (Beneharo) Sin Policía en Las Teresitas

Veo constantemente en las últimas semanas publicado en prensa anuncios de llegada de miles de cruceristas a Santa Cruz de Tenerife. También he leído varios artículos en los que aparece la concejal de Seguridad Ciudadana, Carmen Delia, hablando sobre la organización de los cuerpos de seguridad de la ciudad, que son muchos, para que se logre la coordinación entre estos y se ofrezca una mayor seguridad al ciudadano y al visitante. No es raro ver cómo en la calle Castillo hay demasiada presencia policial; igual en la plaza del Chicharro, en la calle Valentín Sanz, esquina a Castillo; en la calle Castillo, en la plaza de la Candelaria... Todos en el mismo espacio y tiempo.

El sábado pasado me fui a dar un baño a Las Teresitas y la playa estaba llena. La oficina de la Policía Local está cerrada desde el 15 de septiembre, y apenas una unidad de policía pasa cada hora. Cuando me estaba bañando me robaron el bolso tres jovencitos que andaban por allí; salí corriendo detrás de ellos sin éxito alguno. Yo estaba curiosamente en el número 5 de la playa (donde la oficina de la policía).

No es la primera vez que me pasa, y ya el año pasado, por estas fechas, me robaron en el coche mientras estaba en la playa.

Me encontré con una patrulla y les conté lo que me había pasado, y únicamente me preguntaron cómo eran estos chavales y que si sabía dónde era la comisaría para ir a denunciar. No hicieron ni el gesto de bajarse del coche para ver si podían localizar a alguno de estos ladrones, algo que me dejó bastante impresionada e indignada.

¿Cómo es posible que demos esta imagen tan deficiente en seguridad en un lugar donde la afluencia de personas, sobre todo en días de sol, es máxima?

¿A qué está esperando la concejal para coordinar y cubrir las necesidades reales de la ciudad? Y me refiero a reales, porque llevamos dos semanas de sol y la playa está a tope. El día del Pilar no cabía un alma en la playa y no había ni un solo coche patrulla y la oficina estaba cerrada a cal y canto. ¿Por qué pone a toda la policía en una sola calle de la ciudad, que parece que estamos en estado de sitio?

La playa de Las Teresitas es muy importante que tenga seguridad, ya que el bañista se ve desprotegido por la obligación de desprenderse de las cosas para bañarse o pasear.

Fíjese que un grupo de unos veinte alemanes salieron despavoridos cuando vieron el sábado lo que me había pasado, y me preguntaba uno de ellos que dónde estaba la Policía, ya que veían la caseta cerrada y no se lo creían.

Paula García