CON UN DESPARPAJO inadmisible, frente al televisor escuché a don Paulino Rivero B. respondiendo a los diputados que no comparten su gestión política.

Su burda simplicidad para explicar todas las implicaciones políticas en detrimento del bienestar social que debería estar disfrutando el pueblo canario ya es suficiente para descalificar su investidura como presidente del Gobierno Autónomo de Canarias, aunque legalmente esté apoyado por una mayoría parlamentaria.

Una vez más, las componendas tras los bastidores políticos han traicionado la decisión electoral de nuestros pueblos insulares, y con tristeza reconozco que el emocionado alarde sobre el sistema democrático que ha manifestado don Paulino Rivero B. es una falacia más de su autocinismo político, como si estuviera iniciando su gestión política por primera vez.

Se lava las manos como Pilatos y se hace el desentendido sobre su actuación política. Al parecer, cuatro legislaturas en las que el señor Paulino Rivero B. ha intervenido políticamente no han sido suficientes para enderezar los entuertos de la mala praxis democrática.

Sr. Rivero Baute, usted ha tenido la gran responsabilidad política de haber gobernado ya un periodo constitucional, y ha echado la culpa de su mal gobierno a la depresión económica mundial. Usted lo que no supo fue gobernar en la abundancia lo que tenía que haber gobernado con sentido de escasez, para así haber evitado la difícil situación paupérrima que actualmente vive la gran mayoría del pueblo canario.

Ante la evidente decisión parlamentaria de investirlo como presidente de Canarias, no nos queda otra alternativa que aceptarlo por segunda vez, pues, de forma sarcástica, usted ha entrado en el récord Guiness de gobiernos democráticos, ya que sin ser elegido ocupa la primera magistratura del poder autonómico en Canarias valiéndose de las artimañas políticas, que, a pesar de ser legales, huelen a guiso visceral.

Esto que ha ocurrido no puede repetirse más, y es motivo de un gran análisis político, pues el sistema democrático no debe ser solamente representativo, tiene que ser además participativo y protagónico. Por lo tanto, deben cambiarse tales disposiciones acomodaticias de todos los partidos sin excepción.

Desde la Octava Isla (Venezuela), observamos con mucha atención las manipulaciones políticas que han impedido que fuese investido presidente de Canarias el candidato con mayor votación, y eso nos tiene muy preocupados al apreciar que ciertos y determinados partidos políticos se valen de artimañas legales que no deben existir en una verdadera democracia. Esos postulados contradicen el verdadero espíritu democrático y deben ser reformulados, de manera que el que gane por mayoría de votos gobierne. Por lo tanto, Sr. Rivero Baute, usted no es nuestro presidente electo, es nuestro presidente impuesto por las componedas partidistas, que han demostrado actuar flagrantemente a espaldas del electorado que participó en las pasadas elecciones autonómicas de Canarias. Es más, usted pudo haber evitado que se nos hayan limitado nuestros derechos constitucionales para elegir, y la decepción sufrida en la diáspora canaria se ha manifestado rotundamente al no acudir a las urnas para ejercer su derecho al voto.

franciscoteide@cantv.net