SI don Paulino tuviera conciencia, si fuera una persona políticamente respetable, es-taría entonando un mea culpa público respecto a la infamia que cometió con quien lo puso en la presidencia, con quien lo aconsejó debidamente y con quien tuvo la honradez de decirle que renunciaba a formar parte de una sociedad de producción de televisión para no recibir más puñaladas traperas de Las Palmas. Si don Paulino y sus comparsas no quieren la independencia de su tierra, sino el sometimiento al invasor, allá ellos. Sólo nos permitimos recordarles, un día más, que la independencia llegará por mucho que les pese a los españolistas y a los amantes de la españolidad; por mucho que les enoje, asimismo, a los falsos nacionalistas de CC, que se han convertido en colaboracionistas de quienes nos sojuzgan. Son, como hemos dicho en uno de nuestros recientes comentarios, carceleros de los canarios.

VOLVEREMOS sobre este asunto a lo largo de nuestro editorial de hoy. Antes queremos hacer algunas observaciones sobre el último dislate del Gobierno socialista de Zapatero, con el que tan entusiastamente colaboran los representantes de don Paulino Rivero en Madrid y también el propio Rivero. La reinstauración del impuesto sobre el patrimonio, aunque se diga que sólo afectará a los ricos, es un triunfo del social-comunismo que todavía sigue desgraciando a España. Confiamos en que Rajoy y el PP lo vuelvan a quitar rápidamente antes de que empiece a aplicarse. Los social-comunistas de Zapatero siempre han seguido las teorías del marxismo más atroz, pues su intención es acabar con la clase media y con los empresarios, pese a que son estos quienes generan empleo. A los social-comunistas de Zapatero les conviene tener un país empobrecido y hambriento, como el que existía antes y durante la Guerra Civil, y el que siguió existiendo una vez concluida la contienda hasta que Franco acabó con la cartilla de racionamiento a comienzo de los años cincuenta. La misma hambre y la misma miseria que también estaba erradicada de Canarias hasta la llegada de Paulino Rivero. Ahora, qué desgracia para nuestra tierra, qué contrasentido para unas Islas antes llamadas afortunadas porque realmente lo eran, han vuelto las colas del hambre. Ahora los canarios pasan hambre como en los tiempos de la diáspora, cuando tenían que emigrar porque los recursos de su tierra eran expoliados por los españoles para que comieran los peninsulares y los godos. A esa situación de pobreza, de marginalidad, de desesperanza y de emigración forzada, entre otras calamidades, nos ha devuelto el mal gobierno de un déspota político. Nos lo preguntábamos en nuestro comentario de ayer y volvemos a hacerlo hoy: ¿quién le ha dicho a don Paulino que está capacitado para ser presidente de un Archipiélago tan importante como es Canarias? Estamos hablando de unas islas pobladas por dos millones de personas, en parte porque ya se ha encargado la metrópoli de abrir nuestras fronteras para que se diluya nuestra identidad entre los foráneos europeos y sudamericanos, y a las que acuden cada año casi doce millones de turistas. ¿Está capacitado un torpe político, un necio al que engaña hasta Zapatero, para regir los destinos de los isleños? Desde luego que no. Por eso debe dimitir cuanto antes.

NOS hemos referido, aunque haya sido de pasada, a un asunto delicado. Muchas veces nos han tachado de xenófobos y racistas por decir que hemos sido invadidos, con la complicidad de la metrópoli, por cientos de miles de personas foráneas con el fin, torticero y oculto, de diluir nuestra idiosincrasia canaria y también, y esto tal vez sea lo más grave, de que no se produzca un resultado favorable a la secesión de España en el caso de que sea convocado un referéndum para la autodeterminación. Por eso nos negamos rotundamente a tal consulta. Canarias no necesita autodeterminarse como país libre, pues ya era una tierra libre, y en libertad vivían sus habitantes, antes de que se produjese la genocida conquista de los españoles. No estamos incurriendo en ninguna actitud racista o xenófoba. Los isleños siempre hemos sido muy hospitalarios con las personas que han llegado de fuera para convivir pacíficamente con nosotros respetando nuestras costumbres, de la misma forma que los canarios siempre hemos respetado la idiosincrasia de los habitantes de los países a los que hemos emigrado. Lo que no consentiremos nunca es que un chisgarabís peninsular, un godo, un paisa, nos diga lo que debemos hacer y encima presuma de superioridad. Defender nuestra cultura y nuestra tierra; defender a nuestra gente y propugnar su derecho al trabajo y a una vida digna no es racismo ni xenofobia. Es, simplemente, actuar con sentido común; actuar como lo hace cualquier país democrático y libre y, consecuentemente, dueño de su destino. LLEGADO a este punto queremos insistir en un aspecto del que muchas veces se olvidan los políticos. Un olvido que les disculpamos a los partidos estatistas PP y PSOE, porque ninguno de los políticos que ocupan cargos públicos bajo estas siglas procuran la independencia de Canarias. Al contrario: quieren perpetuar a toda costa el sometimiento a la metrópoli. Sin embargo, no exoneramos de tal olvido a los falsos nacionalistas de CC, ya que si tuvieran vergüenza no actuarían así en este y otros asuntos. ¿Y cuál es ese olvido?, se estarán preguntando nuestros lectores. Pues, ni más ni menos, que las islas pertenecen a sus continentes. Esto significa que Canarias es un archipiélago africano y no europeo. Y mientras no asumamos esta verdad irrefutable, no sólo somos una colonia de España, sino también de cada uno de los 27 países que forman la Unión Europea. Por eso es preciso, y hasta diríamos que urgente, pedir la intervención de la Unión Africana en nuestro proceso de descolonización. Un proceso en el que debe desempeñar un gran protagonismo Antonio Cubillo, eminente patriota, debido a las buenas relaciones personales que siempre ha mantenido con los países de ese continente. Estas Islas, insistimos, son africanas y como tales pueden convertirse en la gran nación africana; la más descollante por estar en pleno Atlántico. De paso, conjuramos el peligro de anexión marroquí.

PARA seguir con paso firme por este camino de la independencia, que ya han iniciado los patriotas, hay que adoptar decisiones firmes que en nada tienen que ver con exhibir la bandera de las siete estrellas verdes en actos electorales. Eso es puro cinismo; una treta más de los falsos nacionalistas de CC para captar votos. Votos que no van a conseguir porque el pueblo no permitirá que lo siga engañando un déspota político, además de incompetente, como Paulino Rivero. Creeremos en el independentismo de CC cuando esté recogido en sus estatutos; antes, no. Y también cuando sus responsables se hayan desprendido del señor Rivero por necio, déspota e incompetente político.

HEMOS de concluir con una reflexión ya reiterada en varias ocasiones, aunque nos parece importante insistir en ella: en estos momentos Canarias no sólo padece la desgracia de las cadenas que la sujetan a España, sino también la tragedia que le ha caído con Paulino Rivero. Un político que explota en beneficio de sus familiares y allegados los bienes públicos que son de los canarios aunque se los estén llevando los españoles. Nos gustaría que CC enmendase su actitud y siguiera en el escenario político, pero no con déspotas y tampoco con necios. En vez de tener la dignidad de retirarse y desaparecer escondiéndose en Madrid, en León o en donde sea, pretende el señor Rivero seguir adelante. ¿En beneficio de qué y de quién? ¿Por qué quiere continuar si es el responsable de todas las penurias que padece Canarias, desde la primera a la última? ¿Qué intereses políticos lo animan a no bajarse de la poltrona, pese a que ha demostrado sobradamente su incapacidad?

LAMENTAMOS la desaparición de CC, pero por culpa de Ana Oramas, de Fernando Ríos y antes por culpa igualmente de Perestelo y Belda y, sobre todo, por culpa de Paulino Rivero, el mayor déspota político desde la época de los poncios de la dictadura, está condenada a desaparecer como partido.