El latir y el pulso tejinero se sintieron ayer, más que nunca y como cada año por estas fechas, con la exaltación de los Corazones. Una espectacular ceremonia que aglutina a los distintos enclaves de este célebre pueblo y que se sustenta en un sano pique que, como suele ser habitual, dejó ayer numerosas anécdotas y "recados" entre los participantes de las calles de Arriba, Abajo y la zona de El Pico.

En una agradable y soleada mañana, con la presencia de numerosas autoridades, como el presidente insular (brazo en cabestrillo incluido) o el alcalde lagunero, y con una traductora al lenguaje de signos en la parte superior de la cantina del Tejina de fútbol, una abarrotada plaza recibió sobre las 11:50 horas la llegada de la primera de las tres estructuras decoradas con dos enormes corazones, el mayor debajo, infinidad de frutas y exquisitos elementos alegóricos o con escenas costumbristas hechos de pan. Se trataba de los componentes de la Calle de Abajo, con sus identificativas camisas amarillas, sus múltiples banderas españolas (algo muy habitual en esta celebración), su animada parranda y su honda pasión por una fiesta profundamente arraigada.

Le siguieron los "naranjas" de la calle de Arriba en una entrada muy similar y tan sentida como la anterior, mientras que, como anticipo en forma de pellizco irónico por parte de El Pico, una carreta de muy pequeñas dimensiones ofrecía "primeros auxilios". Eso sí, con un pequeño barril de vino bastante elocuente y un portador que dejaba clara sus intenciones festivas.

La mancha blanca de los de El Pico vino aliñada con los comentarios más atrevidos y sarcásticos a los "adversarios". "Holandeses, holandeses", les reprochaban a los de la Calle Arriba por su indumentaria. "No saben, no saben", les dedicaban a los de Abajo.

Tras la lectura de la ofrenda a San Bartolomé, que había aparecido poco antes a la entrada de la iglesia para recibir las tres estructuras, se procedió al esperado momento del alzamiento. "Aguanten ahí, cabrones", gritaba uno de los "jefes" que dirigían la maniobra de la calle de Arriba. "Indignados", contextualizaban la edición festiva algunos de El Pico. "Ahora", gritaba el encargado de la de Abajo. Y, así, hasta que los tres mástiles repletos de color, devoción y amor festivo volvían a destacar en una plaza entregada.

Los de la calle de Arriba festejaban el momento culmen con una versión adaptada desde el fútbol: "Por eso yo, te quiero dar, algo de corazón, tus colores son mi vida, la de Arriba es la mejor...". Sin duda, la letra ayuda y solo se precisaban pequeños cambios. Además, y siguiendo el arrebato futbolero, los riqui racas también aparecieron y hasta los manteos a la presidenta del colectivo.

Mientras, la imagen del apóstol ya había regresado al interior del templo en compañía de la mayoría de las autoridades (algunos ediles menos creyentes prefirieron seguir compartiendo con los presentes en la plaza). La homilía, procesión, actuaciones y verbena posterior solo reforzaron una fiesta que, por sus peculiaridades y el hondo sentimiento que le profesa este pueblo, se ha convertido desde hace tiempo en un referente etnográfico de La Laguna y la Isla.

Los corazones ya lucen en la plaza principal tejinera. El pulso y el latir de un pueblo volvió ayer a sentirse dentro y fuera. Como prueba de que el pique es muy sano, tres componentes de las tres calles o zonas se fotografiaron juntos en el interior de una cantina.