El sector turístico tiene un gran impacto sobre el medio ambiente, ya que afecta a la pérdida de biodiversidad y produce gases de efecto invernadero, entre otros problemas, por eso, cambiar algunos hábitos a la hora de salir de vacaciones puede evitar que el tiempo de ocio dañe de forma irreversible el entorno.

Con el auge que en los últimos años está teniendo en Europa la concienciación ambiental y el ecologismo, seguir algunas normas básicas y de sentido común puede contribuir a salvaguardar el medio ambiente al tiempo que se disfruta al máximo del tiempo de ocio y descanso. Se trata de sencillos consejos a tener en cuenta a la hora de planificar, organizar y disfrutar de las vacaciones que pueden ayudar a que el sector turístico se vuelva un poco más sostenible, sobre todo si se tiene en cuenta la enorme contaminación que produce sólo en lo que a transporte se refiere.

Una forma de reducir considerablemente la huella de carbono del turista es elegir destinos cercanos al lugar de residencia para evitar la necesidad de desplazarse en avión o en coche, que contribuirían a la emisión de CO2.

Una vez en el lugar de destino, se recomienda utilizar medios de transportes sostenibles como la bicicleta, el servicio público o aprovechar el tiempo libre para pasear y hacer excursiones a pie, de forma que se pueda conocer mejor el lugar visitado.

Reciclar durante las vacaciones también debe ser una obligación. Cualquier botella, bolsa de plástico, vidrio o residuo que se pueda generar durante la estancia debe ser depositado en el contenedor correspondiente, sobre todo si nos encontramos en algún paraje natural.

Por supuesto, se debe limitar el consumo de agua y no verter aceites ni sustancias contaminantes al mar, los ríos o los barrancos, ya que las corrientes marinas trasladan la contaminación a través de los océanos y perjudican gravemente el ecosistema.

Es importante tener en cuenta que las actividades recreativas (excursiones organizadas, visitas, etc.) o los deportes que se puedan practicar no provoquen daños ambientales, por ejemplo, si se va a jugar al golf se debe verificar que los campos son regados con agua reciclada.

En el caso de actividades de buceo o avistamiento de cetáceos, consultar previamente al promotor de la iniciativa y saber qué permisos tienen y en qué condiciones realiza dichas actividades, puesto que existe una potente red ilegal que no tiene en cuenta el estrés y el maltrato que se le produce a los animales con este tipo de visitas.

En el caso de llevar a cabo acampadas en la naturaleza, definir muy bien la zona que se va a visitar y si es necesario pedir permiso o no. Muchas zonas están altamente protegidas y no deben alterarse por la presencia humana.

Nunca quemar las basuras, tanto si se está en el campo como en la playa, puesto que además del importante riesgo de incendio que ello conlleva, se puede causar daños irreparables en el suelo, además del CO2 que se libera.

No alterar el entorno

En definitiva, el objetivo es que el entorno no se vea alterado a causa de nuestra visita, por lo que ser respetuosos y coherentes con las actividades realizadas, además de seguir unas normas básicas de comportamiento, son las claves para disfrutar de unas vacaciones responsables con el medio ambiente.

Cabe recordar que el turismo genera el cinco por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) todos los años, a las que contribuyen principalmente, los desplazamientos y el sector hotelero, según datos de la Organización Mundial del Turismo.

El transporte es responsable del 75 por ciento de las emisiones generadas por la industria turística, ya que solo el tráfico aéreo produce el 40% por ciento de estas emisiones como resultado de que el 43% de los 900 millones de veraneantes usan el avión como modo de llegar a su lugar de vacaciones.

Tampoco hay que olvidar que las actividades de las cocinas, las lavanderías o el abuso del aire acondicionado son responsables de que los hoteles e instalaciones turísticas produzcan el 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del turismo.

Además, el turismo se ha convertido en los últimos años en una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad, sobre todo en el área del Mediterráneo, pero también en las zonas rurales.

El 30 por ciento de las llegadas turísticas internacionales se producen en áreas costeras del Mediterráneo, lo que supone un aumento estacional de la población de unos 250 millones de personas, y en unos quince años, la región podría recibir más de 350 millones de visitas.