Domingo Mena Rodríguez ( 1929-2008) perteneció a esa dura parcela donde, de repente, cuadra la furia su coraje; donde proliferan perfiles de monedas desgastadas, a los que cita el gong con su aguda campanada. Muchas veces, la luz del cuadrilátero iluminó a este joven gladiador, bajo el aire caliente del k.o. y cigarrillos. Fue asiduo al rito de la nocturnidad, se enfundó guantes de seis onzas y con vendaje duro amortajó aquellas amplias manos de minero del "crochet", de esa valiente población del gimnasio, donde se sangra y se siente bajo el fuego sagrado del voltaje cuando, como dijo el ínclito poeta, "se puebla el país del sudor y la resina". Fue sencillo como un franciscano y cuando subía a aquella isla desierta del "ring" de nuestra santacrucera plaza de toros, había pancartas y laringes partidarias gritando su nombre festivo, bajo aquella arquitectura mudéjar, hoy bloqueada , adulterada y, posiblemente , a punto de desaparecer, como han desaparecido otros símbolos de esta mutilada ciudad.

Vendió emoción de forma muy especial, en plazas tan importantes como Barcelona, Dortmund, La Habana, París, Berlín, donde tuvo rivales de la categoría del teutón Peter Müller, que había disputado en tres ocasiones el título continental: o el mismísimo Gustav "Bubi" Scholz, uno de los campeones de Europa más sólido que ha dado Alemania, país en el que Mena, por su apostura y crédito facial, era conocido entre sus numerosas "fans" , por su tez agarena , como "El Adonis de Bronce". Domingo era el primero de dos hermanos. A los diecinueve años, y en el popular recinto del Tinguaro, ahora fagocitado por el Edificio Olimpo, debutó como púgil "amateur", venciendo por fuera de combate a Jesús Catalán. Y en su rincón, para masajes y consejos de urgencia, su sempiterno preparador, Juan Hernández "El Rubio", que después descubriría a un jovencito larguirucho y flexible como un bambú, llamado Juan Albornoz Hernández, al que bautizó cariñosamente como "Sombrita", por su denso lunar en el rostro. Cuando sólo tenía disputados diez combates como aficionado, Domingo Mena concurrió, defendiendo a Tenerife, a los Nacionales de Bilbao, de donde regresó como campeón de España de los pesos medios, título que revalidó al siguiente año (1951), en Madrid, compartiendo la dualidad de estos honores con su inseparable amigo José Antonio Martín Betancort. Con la conquista bilbaína, Domingo Mena, alto, enjuto, fibroso y "puncheur", se había convertido en el primer púgil tinerfeño que conseguía un título nacional "amateur".

Tuvo, evidentemente, como rivales, a los púgiles más sobresalientes de la época : Triviño, José Antonio, Manuel Fajardo más conocido por "K.O.Fajardo", Jeremías, Francisco Velázquez, Asensio, Borondo y, por encima de todos, Pedro Antonio Jiménez, un madrileño poderoso y potente, con quien Mena se enfrentó en tres ocasiones: dos, en Tenerife -una escenificada en el Frontón Tenerife y, la otra, en la "grada curva" del Heliodoro Rodríguez- y, la última, en Las Palmas.

Eran los albores de la década de los 50 del pasado siglo. En marzo de 1952, Mena contrajo matrimonio con Carmen Rubio Mateos, que le dio dos hijos, Antonio y Carmen Gloria; el primero se decantó por senderos bancarios y, la segunda, por ramas docentes.

Domingo Mena, al que ya por su "punch" conocían como "El Bombardero de Taco", debutó como púgil profesional, en Barcelona, en el otoño de 1955, derrotando por puntos al catalán Rubio Patrón. Meses más tarde, concretamente el 10 de mayo de 1956, Tenerife, su isla natal, le ofrece la oportunidad de convertirse, por tercera vez, en campeón de España, ahora en el terreno de las "bolsas". El campeonato lo promocionó el alemán Hans Hasse, que residía en Palma de Mallorca. El presidente de la Federación Tinerfeña era Juan Rodríguez González, hijo de Heliodoro Rodríguez López. La plaza de toros presentaba un magnífico aspecto pues no hay que olvidar que era la primera vez que en Canarias se celebraba un Campeonato de España de boxeo. Con arbitraje de Berenguer, del Colegio Sevillano, nuestro paisano, tras doce -no diez, como ahora- emocionantes asaltos, donde empleó más la cabeza, para pensar, que el corazón, se proclamó campeón de España de los pesos medios al derrotar por puntos a Victoriano Olivares, que en los previos entrenamientos, realizados precisamente en el aludido coso taurino, había impactado muy profundamente en los numerosos aficionados que allí acudieron porque el madrileño, y en los ejercicios con la comba, era un consumado maestro, todo un número, casi de ribetes circenses . Pero a pesar de todo , aquel zocato, que en los últimos asaltos estuvo en un mundo de tinieblas y meandros , fue vencido por Domingo Mena, al que sus más fervientes admiradores (sobre todo de Taco, que vinieron en numerosas guaguas para verle actuar) sacaron a hombros por la puerta principal, como a los grandes espadas en tardes triunfales de orejas y de rabos.

El citado combate tuvo una anécdota: para poder colocarle los guantes a Mena se emplearon nada menos que veinte minutos, estando a punto de suspenderse la contienda, pues al intentar enfundar las manazas del aspirante, en los guantes que estaban precintados para el combate por el título nacional, resultó tarea pero que muy comprometida.

Fue, insistimos, el primer campeonato que se celebraba en Canarias. Y Domingo Mena, que acababa de cumplir los veintiséis años, se convertía, igualmente, en el primer campeón tinerfeño en el terreno profesional pugilístico. Por su evidente pegada, y ya lo hemos apuntado, ya se le conocía como "El Bombardero de Taco", que siempre fue su lugar preferido de entrenamiento. Tras dicha conquista, actuó en Barcelona ante Pérez Ros y Rubio; en Italia, frente a Scortichini; en Dortmund ante el aludido Peter Müller y, en París, se enfrentó al galo Marcel Pigou, en pleno apogeo. En todos estos combates, disputados en el año 1956, el tinerfeño dejó la impronta de su valía pugilística. Pero en los albores del año 1957, y en Barcelona, nuestro paisano, fue derrotado por puntos, en doce disputados asaltos, ante el local Correa, que se apoderó del título nacional de los pesos medios.

Domingo Mena colgó definitivamente los guantes el 30 de diciembre de 1961, a los treinta y dos años, tras enfrentarse en un "ring" tinerfeño al púgil adscrito a la Federación Centro, Sevilla Ramírez, al que derrotó, en ocho asalto, por puntos. A raíz de sus grandes batallas sobre el cuadrilátero, desempeñó otras labores profesionales en Trabajos Portuarios de Santa Cruz donde siempre dio muestras de seriedad y camaradería. Hace algunos años, la Asociación de la Prensa Deportiva de Tenerife, que presidía Agustín Arias, le distinguió con el galardón de "Leyenda Deportiva" y, con anterioridad, el Ayuntamiento de Santa Cruz, en un pleno celebrado en noviembre de 1996, aprobó la solicitud hecha por la Asociación de Vecinos de Barranco Grande para que se le pusiese el nombre de Domingo Mena al Polideportivo del citado barrio, como homenaje de simpatía y recuerdo a uno de los más populares y queridos vecinos de dicha demarcación, que en sus numerosas noches de gloria, le aplaudieron su arrojo y valentía entre el ensogado .

De Domingo Mena siempre recordaremos , entre otros detalles, aquella sonrisa que prodigaba en sus vibrantes actuaciones, cuando saludaba, en medio del cuadrilátero , luciendo su alegría y su lustroso batín, en aquella santacrucera plaza de toros abarrotada de público.