ESTA era la figura que se le ocurrió, en mala hora, a doña Leire Pajín para anunciar la evolución positiva que iba a conocer el mundo con la ostentación del poder de ZP en España y de Obama en los EEUU de Norteamérica. La pitonisa, como en tantos otros anuncios, falló estrepitosamente. Pero sigue en cargos políticos que, en lo económico, la alejan de las vicisitudes del común. Con estos dos "astros" del sistema planetario, sobre todo con el nuestro, ZP, estamos como funambulistas sobre un cable que va perdiendo tensión. Nos romperemos la crisma porque abajo no hay red. No supone una red de seguridad la compra de deuda española por parte del BCE. Las deudas, de una u otra forma, siempre se pagan. O nos las cobran. Bueno, en nuestro caso, se la cobrarán a nuestros nietos.

Los problemas que padecemos hoy no son nuevos. Lo son para generaciones que no los han vivido antes. Lo han sido para otros que ya no están para contarlo pero que han dejado huella de su pensamiento. Por ello me voy a permitir transcribir algunos pasajes del discurso que el 4 de marzo de 1933 dirigía a la nación norteamericana representada en el Capitolio, con motivo de su toma de posesión presidencial, Franklin Delano Roosevelt. Tenía como base la gran depresión ocurrida en su país en 1929 y que por entonces mantenía sus nefastas consecuencias económicas y sociales. Casi sus primeras palabras fueron: "Permítaseme manifestar mi firme convicción de que lo único que debemos temer es al miedo mismo; a un terror anónimo, irracional e injustificado que paraliza los esfuerzos imprescindibles para convertir el repliegue en ofensiva (…)"; "los valores bursátiles han caído hasta niveles inimaginables, los impuestos han aumentado, nuestra capacidad de pago ha disminuido, todas las administraciones públicas se enfrentan a reducciones en los ingresos, los medios de intercambio están congelados en las corrientes del mercado, se multiplican las bancarrotas de las empresas industriales, los granjeros no encuentran mercado para sus productos y los ahorros de miles de familias conseguidos con el esfuerzo de muchos años han desaparecido. Y lo que es más importante, una multitud de ciudadanos sin trabajo se enfrenta al penoso problema de la supervivencia, y un número igualmente grande trabaja sin descanso a cambio de muy poco". Esto, dicho en 1933, tiene plena vigencia en nuestro país en 2011. Y decía el Sr. Roosevelt entonces algo que podría ser aplicable en nuestro tiempo al Sr. Zapatero: "Solo un optimista insensato podría negar las sombrías realidades del momento".

Al exponer sus líneas maestras para reconducir aquella situación, entre otras consideraciones, decía: "Sí, esta tarea se puede apoyar insistiendo en que los gobiernos federales, estatales y locales (aquí, en nuestro tiempo, serían gobierno central, autonomías y ayuntamientos) actúen de inmediato al exigirles que reduzcan sus gastos drásticamente. Se puede apoyar mediante la unificación de actividades de ayuda que en la actualidad, por lo general, son aisladas, antieconómicas y desiguales". Vamos, lo que aquí y ahora llamamos duplicidades, triplicidades o cuadruplicidades. Cada cual en su taifa.

Vemos que los problemas no son nuevos. Se repiten. Y todo ello porque los valores humanos languidecen, se prostituyen en pos del vellocino de oro. Y de nuevo hay que volver a restituir al templo de la civilización las antiguas verdades. Y, como decía el Sr. Roosevelt, "la medida de esa restitución radica en el grado que apliquemos valores sociales más nobles que los meros beneficios monetarios".

Es deprimente que con un gobierno que se dice socialista hayamos llegado a la situación que padecemos. Y ellos, los popes, ahí están como "la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo…". Y ahora Alfredo, como si no hubiese estado en "la movida".