El Bulli cerró. El colofón, una fiesta privada de homenaje a todo el equipo de chefs que han pasado por el establecimiento, pastel volador incluido como una de las sorpresas.

No hay que olvidar que por el establecimiento de Cala Montjoi han trabajado René Redzepi (número uno del mundo según la revista Restaurant), Joan Roca (número dos), Andoni Luis Aduriz (número tres) y Massimo Bottura (número cuatro), entre otros.

Se han escrito miles de líneas ya sobre el cierre del que, ya sea dentro o fuera de las clasificaciones gastronómicas, es el restaurante más famoso de la historia. En realidad queda como referencia mítica y fenómeno de revolución en la historia de la gastronomía.

La celebración fue muy íntima y únicamente para el personal y amigos más cercanos de El Bulli. En realidad, un toque humano a la primera empresa culinaria del mundo que decide metamorfosearse en el área de la investigación y la creatividad culinaria más innovadora hasta ahora vista.

"Se trata de un homenaje a todos los que han hecho posible El Bulli Foundation, que son los que han construido todo lo que implica El Bulli Restaurante", manifestó Adrià, que llevó las riendas junto a su socio Juli Soler durante 27 años.

La velada pasó a la historia como un antes y un después en la gastronomía, pero también gracias a un documental de la productora Visual 13, que servirá para recordar todos los detalles de una noche "única e irrepetible" con la sorpresa en forma de pastel elaborado por Escribà.

El otro hombre fuerte

Ese mito llamado El Bulli también se sostiene en una figura que hizo tándem con Adriá. En 1981 Marketta Schilling contrató a Juli Soler, principal responsable de reflotar el negocio e impulsor de la carrera gastronómica de Ferrán.

Soler fue también quien creó junto a un Adriá de 22 años y con relativa experiencia una sociedad de explotación del local y el que finalmente en 1993 compró el establecimiento con su hasta ahora socio.

Desde 1981 cuando apareció en escena Soler, El Bulli perdió -quién lo iba a decir- una de las estrellas Michelín que le habían concedido, hasta en dos ocasiones. En el 90 sí recupera para siempre la segunda y en 1996 consiguen finalmente la tercera, máxima distinción de la guía francesa.

El Bulli fue de los primeros restaurantes en eliminar el pan del menú (sólo lo servían a petición del cliente), eliminó el servicio del mediodía y prescindió de la carta, dando lugar a un menú con algo más de 40 platos.

También fueron de los primeros establecimientos en cerrar seis meses al año, primero por necesidad, después para dedicarse a crear los platos que ofrecían el resto del año.

Los cocineros españoles reconocen la labor del chef catalán y piensan que su nueva singladura marcará un nuevo auge de creatividad para la cocina internacional.

Por ejemplo, el marbellí Dani García, célebre por su dominio del nitrógeno líquido en la cocina, sostiene que "puede ser una grandísima tormenta de ideas", donde "la creatividad va a fluir de manera bestial", aunque asegura que "hay una parte triste" en el cierre de El Bulli, porque es un lugar que "inspira y enseña" donde se puede hacer "el mejor máster".

A pesar del adiós como restaurante, el vasco Martín Berasategui es tajante: "La alta cocina cuenta con una salud envidiable y lo suficientemente sólida para no salir perjudicada con el cierre de El Bulli, aunque no se puede negar que lo que haga Ferrán a partir de ahora será beneficioso para nuestra gastronomía".

De cualquier forma, la carrera de Adriá, jalonada en los últimos años por premios, distinciones, primeras planas en los medios y doctorados "honoris causa" se ha guiado siempre por una máxima: "Creatividad es no copiar".

Desde que asumió esta filosofía como propia, la cocina de vanguardia mundial ha sufrido una auténtica revolución. Largo trecho desde que el cocinero ofició en el sur de Tenerife y llevaba el cabello a lo "afro".

El cocinero nacido en Hospitalet defiende constantemente la importancia de fomentar la creatividad y asegura, sin ruborizarse, que el 80 por ciento de la vanguardia culinaria mundial "en los últimos diez años, ha salido de los 15 o 20 cocineros españoles", quienes han realizado una aportación "medible" a nivel creativo. "Dedicarse a la creatividad -subraya- implica sufrir en la vida, en un contexto en el que uno de los problemas más serios que tiene hoy en día la sociedad es el ego, junto a la rapidez de los cambios de gustos y tendencias."