HAY que respetar, y cuidar, lo que funciona bien. La recaudación voluntaria del Ayuntamiento de Santa Cruz ha batido récords de eficacia entre las de toda España. Y no solo lo cobra casi todo, sino que las dependencias son cómodas y confortables y el personal de las mismas se desvive por atender a los ciudadanos, aclarándoles todas las dudas y dando sensación de eficacia europea. Un personal uniformado, amable y con ganas de trabajar.

No ocurre lo mismo con la recaudación ejecutiva, en manos de funcionarios, cuya eficacia deja bastante que desear. Como es norma en este país, algunas voces se alzan contra lo que marcha bien. Y en vez de privatizar la ejecutiva, algunos opinan que debe ser pública la voluntaria. Un disparate. Es decir, todo lo contrario de lo que mandan la lógica y el interés público. Se argumenta que las normas para las grandes ciudades aconsejan esta medida, pero también es verdad que no la imponen. Santa Cruz puede presumir de contar con una recaudación municipal voluntaria modélica, gracias al esfuerzo de muchos años del recaudador Félix Marrero Montesdeoca, al que no siempre se le ha hecho justicia, pues la corporación anterior le retrasó indebidamente los pagos y lo sometió a embates económicos incomprensibles, según los munícipes de entonces por problemas de tesorería del Ayuntamiento.

Un Ayuntamiento acostumbrado a no pagar a los proveedores y a los concesionarios de servicios. A la empresa que gestiona las grúas municipales le deben más de dos millones de euros. Y podríamos seguir enumerando deudas millonarias con personas y empresas que prestan servicios a la ciudad y a las que no se les trata como es debido. El asunto de las grúas ya está en el Juzgado Contencioso y el Ayuntamiento tendrá que pagar muchos miles de euros de intereses por los retrasos en los pagos.

Es preciso mantener lo que funciona bien. Hay cientos de testimonios de ciudadanos agradecidos por la actuación de la recaudación voluntaria, desde la que, incluso, te llaman a casa o a la empresa para recordarte que debes pagar tus impuestos, sea el IBI, sea el de rodaje, sea el residual de radicación, sea el de basuras, etcétera. Y te llaman amablemente, con tono que se alejan de la antipatía funcionarial tradicional.

Esto es un lujo. Lo que pasa es que hay gente a la que le molesta que las cosas funcionen bien. Y entonces comienzan a intrigar para que funcionen justamente al revés: mal. No sabemos conservar lo bueno que tenemos, ni a algunos parece importarles mucho la comodidad de los ciudadanos. Prefieren que los antipáticos del Consorcio de Tributos, que no llega a los ratios de la voluntaria de Santa Cruz, se hagan cargo de ésta. Esperemos que el Ayuntamiento no caiga en la trampa.