Cuando saltó a la arena, hace apenas dos años, Juan Espino provocó sorpresa, pero, después de tres combates, ha suscitado respeto y simpatía entre la afición y los expertos, que coinciden en que el luchador español, apodado "el León Blanco", lo tiene todo para llegar a la elite de la lucha senegalesa.

El pasado sábado, frente a Pape Cargo, un luchador poco conocido de 199 centímetros de estatura y 135 kilos de peso, firmó un nuevo triunfo con tanta facilidad como en sus dos anteriores combates, en los que sus adversarios no resistieron más de un minuto frente a él.

"Llego siempre a los combates con ganas de vencer y de hacerlo lo más rápido posible", comenta en una entrevistael "León Blanco", de 31 años, natural de Las Palmas de Gran Canaria, con 198 centímetros y 135 kilos.

El luchador afirma que está en Senegal no por dinero, sino por la fama y las sensaciones que ofrece la lucha en este país de África Occidental: "No hay ningún otro país en el mundo -subraya- donde un combate de lucha llene un estadio de 50.000 localidades".

Espino, que acumula numerosos títulos nacionales e internacionales de lucha, descubrió este deporte en el año 2000, gracias a Pepe Gómez, su consejero, quien regresó de un viaje a Dakar con vídeos de combates.

"Lo que vi me pareció fascinante", dice el canario, que más tarde viajó a Dakar, en agosto de 2009, con motivo de un combate entre dos destacados luchadores: Yekini, actual "Rey de la Arena" con un récord de 19 victorias y un empate en 20 combates, y Gris Bordeaux.

El promotor de ese enfrentamiento le ofreció al "León Blanco" la oportunidad de estrenarse en la arena senegalesa, en un combate de exhibición frente a Khadim 2, un buen atleta pero de segunda categoría.

La experiencia está siendo muy emocionante para Espino, quien resalta que, en más de diez años de carrera de lucha canaria y lucha libre, no actuó jamás ante un público de más de 6.000 personas.

Desde entonces, el deportista español tomó la decisión de involucrarse en la lucha senegalesa que es muy popular en ese país y cuyos combates duran unos 45 minutos y acaban cuando hay una caída de uno de los luchadores.

Los trámites para conseguir la licencia por parte del Comité Nacional de Gestión de la Lucha, que hace las veces de federación de este deporte, duraron pocos meses, y en octubre de 2010 luchó en su primer combate como profesional frente a Mbaye Sene, alias "Dawul Xare" ("No rehuye la guerra" en wolof, idioma hablado en Senegal). El combate duró tan sólo un minuto.

De apenas una decena de espectadores durante este choque, los seguidores del "León Blanco" pasaron a ser varios centenares en el combate del pasado sábado, algunos con banderas españolas y canarias, origen del único luchador europeo de la arena.

"¡Juan, Juan!", gritaron sus seguidores, que iban vestidos con camisetas con su efigie y que acogieron su victoria con aplausos.

En su tercera presencia en la arena, el canario -cuyo lema es "Amul Ragal": "No hay miedo", en wolof- se puso a tono, adoptando el atuendo típico, bailando como los demás al ritmo de los tambores locales y efectuando el ritual de preparación.

El "León Blanco" valora esa mística del ritual, no por mimetismo, sino por total convicción de que es importante para protegerse.

"Siento -asegura- los efectos positivos del ritual místico, que me da fuerza interior y fe en la victoria".

La lucha senegalesa no es sólo un combate físico, sino también un enfrentamiento místico entre adversarios, conforme a las creencias tradicionales.

De momento, no cobra los sueldos de los luchadores de elite (cuyos honorarios llegan a alcanzar los 150.000 euros), pero le falta poco para hacerse un hueco entre los mejores, según cree Balla Gaye, manager del equipo homónimo, al que pertenece Espino.

"Lo tiene todo para luchar con los mejores. Lo ha demostrado en tres combates y no tardará en entrar en ese círculo restringido de la elite, si los promotores le dan la oportunidad", dijo Gaye.

"El León Blanco" pretende dedicar parte del dinero que gana a apoyar acciones humanitarias dirigidas a jóvenes y niños senegaleses desfavorecidos: "Con lo que gano, voy a ayudar a orfanatos y centros de acogida de minusválidos".

Mientras tanto, va trazando su camino: "No es posible llegar y luchar contra los mejores de la arena. Tengo que empezar con luchadores anónimos y poquito a poco subir de categoría para formar parte de la elite".

Y así ha sido cómo este joven español se ha hecho famoso, poco a poco, tal y como se percibe por el cariño que le manifiestan en las calles de Dakar, donde ya no pasa desapercibido.