HABRÁ QUE hacer algo. La economía está triste y cunde el desánimo: intolerable. Tic tac, el tiempo pasa y todos se quejan y esquivan el consenso y buscan culpables y los encuentran. Mas no es suficiente.

Y nos propusimos desarrollar seis ideas para mejorar este país, para mandárselas a ZP a la Moncloa, gratis, para contribuir en positivo, para dejar de ser plañideras, para pasar a la acción. Y al pensar en ellas, en las seis propuestas, llegamos siempre al mandamiento único: lúchese contra el fraude. En España tenemos un problema de fraude generalizado, arraigado en la sociedad, incompatible con el bien común.

La lucha contra el fraude, no solo como tarea de administraciones públicas o del Gobierno, sino como reto individual. Acción colectiva para erradicar el fraude instalado en todos los estratos: el pequeño cotidiano y consentido y el gran engaño perpetrado en defensa del interés particular por encima del interés general. Usted sabe de qué le hablo.

Pensamos en proponer la simplificación de las relaciones laborales, con un Estatuto de los Trabajadores universal, de obligado cumplimiento, para todos igual, que fije los mínimos irrenunciables, que permita eliminar los convenios colectivos para jugar en igualdad de condiciones la aventura del libre mercado. Pero ya existe y falla el abuso de empresarios sin escrúpulos y falla también la irresponsabilidad sindical de exigir lo inimaginable.

Podríamos plantear transformar el subsidio de desempleo en un seguro de paro. Cotizar (cuando se trabaja) y recibir la prestación (cuando no se trabaja) dentro de un mismo sistema enlazado y ágil. Evidencia la realidad actual de quienes cometen fraude (institucional) y entienden lo público como pequeños reinos sin aplicar un mínimo de sentido común.

Habría que hablar también de eliminar administraciones públicas, adiós a la duplicidad de competencias y al despilfarro de dinero de los impuestos en asuntos que no son propios. Idéntica conclusión: aplíquese la ley y la cabeza, la estructura del XIX es incompatible con la realidad del siglo XXI.

En lo económico el fraude se llama economía sumergida. Quienes la practican lo saben y quienes se aprovechan también. Quizás habría que permitir desgravar en el IRPF todo tipo de gastos para obligar a pedir factura. Hablamos de comportamiento individual, claro.

Y a los poderes públicos habría que pedirles que no se engañen en la lucha contra el paro, que se limiten a procurar las condiciones para la actividad empresarial y a fomentar la inversión privada mediante concesiones de obras y servicios públicos, para que mejore nuestra calidad de vida, para implicar al sector financiero en la economía real, para mejorar la liquidez del tesoro público y para atraer capital extranjero. Necesitamos ayuda.

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