SI LO PIENSAS bien, la propuesta de Pérez Rubalcaba no es tan disparatada. Se refería al profesorado, a la oportunidad de copiar para el colectivo el sistema progresivo y tutelado mediante el que se especializa la medicina, el MIR, que viene de médico, interno y residente. El vicepresidente fue contestado con contundencia, nada raro en nuestra España del rancio abolengo.

Contrastes, país de contrastes. La formación de los médicos, al menos su planteamiento teórico, presenta escasas fisuras: un concurso nacional, una oferta de plazas elegidas según nota al criterio del aspirante, financiación para los que enseñan y retribución para los que aprenden y trabajan. Carne de cañón para la sanidad pública, garantía en la transmisión del conocimiento y seguridad en el desarrollo de las capacidades. En pocas profesiones se considera tales cautelas.

El ejercicio de la medicina es pieza clave de nuestro Estado del bienestar y la educación alcanza la condición de estratégica, a corto y largo plazo. Quién da más. La relación aprendiz-maestro, método insuperable que además fomenta valores como la humildad o el respeto de los que andamos tan escasos en esta sociedad moderna. En ambos casos resulta lógica la intervención pública, por mucho que les duela a los que se consideran liberales. No sabía que eras liberal.

Por analogía podríamos aplicar el mismo planteamiento al aprendizaje de muchas otras disciplinas; de hecho, realizar un periodo de prácticas en empresas es obligatorio para la obtención de un buen número de titulaciones universitarias y de la FP. Incluso podríamos pensar en aplicar el método a la política.

-Pero, mira, la política no puede ser considerada como profesión, y, además, sería muy complejo designar a los tutores y muy ingenuo por nuestra parte pensar en que tendrían la disciplina necesaria.

Es verdad, la política no es una profesión por mucho que algunos se empeñen. El cumplimiento de las tareas de gobierno en los órganos de representación precisa de otras habilidades que no se adquieren con la práctica: el sentido común, la honradez o las capacidades de escuchar, de distinguir lo importante o de alcanzar el consenso. Debemos suponer que ya las tuvieron en cuenta los aparatos de los partidos al confeccionar las listas.

-Te olvidas de la gestión, de las funciones asignadas a los políticos, electos o no, para la gestión de las administraciones públicas, aquellos que ejercen de directivos.

Estos deberían traer puestas de casa la experiencia y las capacidades profesionales en cada una de las materias asignadas. Vaya reto incorporar talento a la gestión de lo público, imaginación e innovación en la forma de trabajar, y no solo en cuestiones técnicas, sino también y sobre todo en el trato con las personas.

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