SE PALPA. Se nota. Han vuelto a renacer la concordia, la sonrisa y el equilibrio en casi la totalidad de la sociedad de nuestro municipio, tras cinco quinquenios en que la parcial balanza de sus gobernantes no fue justiciera con una parte importante de sus gentes.

Por una silla (trono) que sencilla nos resultó a los Rambleros en esta transformación vivida en ambos núcleos el 22 de mayo. Desde los cuatro puntos cardinales de nuestra coquetona localidad la gran mayoría de nuestros vecinos salimos a la calle a celebrar tan deseado día después de veinticuatro años.

Una vez terminada la posesión del nuevo gobierno y con la alcaldesa y su bastón con mando en plaza, y en unión de sus compañeros de gobernabilidad en el consistorio en el balcón del mismo, los allí presentes lanzamos vítores y aplausos nombrando a cada uno de sus componentes, en especial a nuestra Fidela, la alcaldesa de todos los sanjuaneros, así como a Tomás, teniente de alcalde, talismán de nuestro pueblo.

Finalizado este bonito acto, ya a pie de calle, marchamos unidos a la cercana plaza, donde cientos de vecinos nos congratulábamos y donde los abrazos y besos por doquier nos hicieron recordar a muchos antaño y buenos tiempos pasados en este mismo lugar. Tapas, bebidas y música nos hicieron revivir y pensar -en la renovada plaza de San José- que la democracia no está concebida para personas con talante vengativo.

Cercano al ocaso, y en la principal plaza del casco, se celebró de nuevo en la tarde noche otro acontecimiento festivo, calculándose aproximadamente en seiscientas personas las allí reunidas de todos los rincones de nuestra localidad, donde manifestábamos, henchidos de alegría y con renovadas esperanzas por levantar a sus gentes del alicaído ánimo, destrozados hace años por la compostura de algunos que empecinadamente erraron sobre sus propios sentimientos y no atendieron las súplicas de un pueblo herido en su corazón, que reclamaba un signo, acaso simbólico, pero que representaba el baluarte donde se sostenían la dignidad, la libertad y el noble orgullo de todo sanjuanero.

El evento fue amenizado por varios grupos musicales, donde las variadas tapas y bebidas no faltaban, y tuvo su fin hasta altas horas de la madrugada del 23. Nos recuerdan que fue una noche mágica, apoteósica, donde muchos de sus partícipes nos ratifican que nunca jamás han visto entre sus gentes tanta alegría y concordia en San Juan como lo vivido entre el 22 y el 23.

Desde la Fortaleza, unida a nuestro padre Teide, hasta los cuatro roques del litoral seremos un pueblo unido, donde su gente estará presta tanto para la alegría como para la tristeza. Aquí cabe aquello verídico de que el pueblo unido no será vencido. Ahora, próximas las fiestas patronales, sería agradable volvernos a reencontrar en nuestras plazas y calles, y, llegado el 12 de septiembre, fecha elegida en San José para festejar ese día la efemérides de su santo, seguro estamos de que todas las fuerzas vivas de nuestra localidad estarán ahí para ratificar lo aceptada que fue nuestra victoria.

¡Ah! Recordarles a nuestros bienvenidos gobernantes que han sido ellos, con su duro trabajo personal, los victoriosos en esta batalla que es la política, pero no sería por su parte baladí que fueron ellos los responsables de nuestra unificación. ¡Eh! No se les olvide.