El plan anunciado el miércoles por el presidente Barack Obama para retirar a 33.000 soldados de Afganistán antes de septiembre de 2012 fue rechazado inicialmente por su principal asesor en el estamento militar, el almirante Mike Mullen.

"Las decisiones del presidente son más agresivas y suponen un mayor riesgo del que yo estaba preparado a aceptar en un principio", reconoció hoy Mullen, el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, en una audiencia ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.

Mullen, que dirige a las tropas de EEUU sobre el terreno, subrayó, no obstante, que tanto él como el comandante en jefe en Afganistán, David Petraeus, apoyan ahora el plan "por completo".

Preguntado por los republicanos del Comité por el tipo de riesgo del que estaba hablando, el jefe militar respondió que se refería "a la misión en general", pero añadió que se trata de "un riesgo manejable".

"Más tropas durante más tiempo es, sin ninguna duda, el camino más seguro", concedió Mullen.

"Pero eso no lo convierte necesariamente en el mejor camino. Sólo el presidente, al fin y al cabo, puede determinar el nivel aceptable de riesgo que podemos tomar. Y creo que lo ha hecho", dijo.

El plan de Obama, anunciado como el principio del fin de la guerra en Afganistán, prevé comenzar el mes próximo la retirada, para repatriar hasta finales de año a un total de 10.000 soldados, y continuar la operación con otros 23.000 antes de septiembre de 2012.

Eso dejará sobre el terreno a alrededor de 68.000 efectivos estadounidenses, con el objetivo de completar la retirada en 2014, según un acuerdo con el resto de países de la OTAN.

Para Mullen, mantener a las tropas sobre el terreno durante más tiempo habría conllevado "otros riesgos".

"Habríamos facilitado un aumento de la dependencia del Gobierno de (Hamid) Karzai. Habríamos negado a las Fuerzas de Seguridad Afganas, que han aumentado su capacidad, oportunidades para liderar", explicó.

Además, Washington habría enviado una señal "al enemigo y a los aliados en la región de que los talibanes aún tienen la fuerza suficiente para justificar la magnitud completa de la presencia" estadounidense. "No la tienen", aseveró.

Por otro lado, aplazar la retirada también habría "seguido limitando la libertad de acción" de Estados Unidos allí y en otras partes del mundo, indicó Mullen.

"Globalmente, las decisiones del presidente nos permiten reajustar nuestras fuerzas más rápidamente, al tiempo que reducimos el nada desdeñable coste de desplegar esas fuerzas", añadió.

El jefe militar justificó sus reticencias iniciales por el hecho de que "ningún comandante quiere sacrificar nunca el poder de lucha en mitad de una guerra".

"La misión en Afganistán es fundamentalmente una misión para contrarrestar la insurgencia. Y en ese tipo de operaciones, la capacidad de lucha está en el personal", y no tanto en las "proezas tecnológicas o la superioridad convencional", observó Mullen.

El presidente del Comité de Servicios Armados, el republicano Howard McKeon, aseguró que el plan de Obama "mermará significativamente" el objetivo de transferir la responsabilidad del conflicto al Gobierno afgano en 2014.

"Con los talibanes tropezando, necesitamos una estrategia diseñada para poner al enemigo contra las cuerdas, no darle más aliento", afirmó McKeon, que calificó el anuncio de Obama como "un discurso de campaña electoral".