El presidente sirio, Bachar al Asad, destacó ayer la importancia de un diálogo nacional para salir de la crisis en Siria y seguir con las reformas, aunque se quejó de "un pequeño grupo de saboteadores" que explota las demandas de cambio. En un discurso en la Universidad de Damasco, el tercero desde el inicio de las protestas políticas a mediados de marzo, el mandatario denunció que "cuanta más destrucción ocurre, más lejos está Siria del desarrollo y las reformas".

"El proceso de reformas es para nosotros una convicción", señaló Al Asad, que insistió en que "se ha retrasado pero no detenido".

Entre estos cambios impulsados por el régimen se encuentran el levantamiento del Estado Emergencia, vigente desde 1963, y los proyectos de ley electoral y de partidos políticos.

El mandatario dijo que estas reformas van a crear "una nueva realidad en Siria a través de la ampliación de la participación popular en la dirección del Estado".

Todos estos cambios serán tratados en el diálogo nacional, que, según Al Asad, "no tiene que estar limitado sólo a la política, sino ser un diálogo de todo el pueblo sobre todos los asuntos".

"El diálogo nacional es el título de la próxima etapa, un proceso muy importante porque el futuro de Siria depende de él", subrayó.

Aun así, consideró que "cada propuesta de reforma ha sido contestada con el caos", organizado por hombres armados que han atacado tanto a "las marchas pacíficas como a la Policía". En este sentido, acusó a "un pequeño grupo de saboteadores" de explotar las demandas legítimas de reforma y causar un gran daño al país.

Por otro lado, Al Asad recordó que las elecciones parlamentarias están previstas para agosto y que "si no se posponen" ese mes habrá un nuevo Parlamento, que podrá empezar a enmendar la Constitución o redactar una nueva.

"Estoy muy seguro de que conseguiremos acabar todas estas nuevas legislaciones antes de finales de año", dijo Al Asad ante un público que aplaudía con frecuencia sus palabras.

En su alocución, retransmitida por la televisión estatal siria, Al Asad volvió a denunciar la existencia de "una conspiración internacional" contra Siria y aseguró que se castigará a "los responsables del derramamiento de sangre en el país".

De los incidentes, que han causado ya más de mil muertos, acusó a grupos armados, delincuentes perseguidos por las autoridades e islamistas radicales. "Han difamado la imagen de la nación en el exterior, han abierto las puertas a la injerencia extranjera y han cambiado la postura política nacional".