El instante en el que el médico informa a una persona de que padece cáncer a veces resulta incluso más duro que las intervenciones quirúrgicas o las sesiones de quimioterapia o radioterapia. Los miedos sobre lo que sucederá en las siguientes semanas, la sensación de que la vida corre riesgo de llegar a su fin y, sobre todo, el temor a que cambien las relaciones con la familia y su círculo social, colocan a las personas con cáncer bajo una presión psicológica que en ocasiones les afecta en su comportamiento y actitudes.

Para evitar este tipo de situaciones y convertirse en un refuerzo positivo al que los pacientes puedan acudir para recuperar fuerzas, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) puso hace dos meses en funcionamiento el programa "Primer impacto" en el Hospital Universitario de Canarias (HUC).

El nombre no fue escogido al azar, puesto que tras conocer el diagnóstico de su enfermedad todos los pacientes sienten "un gran choque que cambia el rumbo que tenía su vida, tanto en lo personal, como en lo familiar, sentimental y también laboral", explica la responsable del programa, la psicóloga Raquel Gómez.

"Hay quien llora durante días, quien guarda silencio y se traga todo lo que pasa por su cabeza y quien intenta hacer de golpe lo que no ha hecho en mucho tiempo, pero todo eso son desajustes que poco a poco se van difuminando tras el impacto que les causa la noticia de que tienen cáncer", explica la especialista, quien añade que "también se preguntan continuamente por qué les ha pasado a ellos, qué es lo que han hecho mal, pero es porque la naturaleza humana hace que busquemos explicación a todo lo que nos sucede, y cuando nos dan una información, sea cual sea, siempre nos preguntamos el porqué. El problema es que en esta enfermedad no siempre hay una respuesta, así que el proceso mental se alarga. En cualquier caso son etapas que hay que pasar, igual que la del enfado y la rabia e incluso la de la culpabilización por no haber hecho algo, por no haber ido al médico antes", detalla.

Gómez reconoce que "nada de esto sirve, puesto que solo ancla al paciente en la enfermedad cuando en lo que tiene que centrarse es en la salud, es más, en muchos casos les ayuda a reorganizar y cambiar el estilo de vida, porque este proceso enseña mucho a los que lo viven, tanto de sí mismo como de los que los rodean".

Pero, sacar algo positivo de un proceso tan duro, no es fácil y la tendencia mayoritaria es a sufrir un "gran bajón", es ahí cuando interviene este proyecto que ahora se ha instalado en el HUC.

"El hecho de afrontar una enfermedad de una manera u otra es muy importante. El choque inicial se produce siempre, pero hay que expresarlo y, sobre todo, es bueno aprender a sobrellevar la enfermedad. No es lo mismo tener una predisposición positiva antes de enfrentarte a los tratamientos y a los cambios que puedan llegar que no hacerlo", subraya la responsable de "Primer impacto" que reconoce que este trabajo y el contacto diario con las personas con cáncer está siendo "toda una enseñanza personal". "Ellos me recuerdan todo el tiempo lo importante que es vivir y aprovechar al máximo cada momento y lo fácil que es encontrar algo positivo incluso a la más complicada de las situaciones si uno tiene confianza en que saldrá adelante".

No obstante, Raquel Gómez aclara. "Cada persona es un mundo y cada uno asume la noticia de que tiene cáncer a su manera. Sea cual sea su manera de tomarse lo que le sucede, aquí estamos preparados para ayudarle".