Grúas mastodónticas que desafían las leyes del equilibrio, olivos que crecen a orillas del mar, cuerpos enrojecidos que huelen a coco... La cara oculta de una superproducción cinematográfica es como un gigantesco hormiguero en el que cientos de piezas anónimas circulan de un lado para otro cargando una escalera, ofreciendo una botella de agua o acarreando un "kit" de maquillaje para retocar la mejilla de un actor. Más de mil personas se movilizan cada día en el rodaje tinerfeño de "Furia de Titanes 2".

Siete horas en el "estómago" de este coloso del séptimo arte ofrecen una visión bastante precisa del laberíntico proyecto que lidera el sudafricano Jonathan Liebesman. El director solo es la punta de un monstruoso iceberg que se desvanecerá en dos semanas -el tiempo estimado para concluir el rodaje en Tenerife- y en cuya base trabaja una legión de técnicos anónimos: conductores, carpinteros, cocineros, albañiles, traductores, electricistas, camareros, pedagogos... Profesiones, todas, que en principio no tienen nada que ver con las labores propias de los guionistas, maquilladores, costureras o cámaras, pero que resultan decisivas en el proceso de maduración de una película de alto tonelaje. Y es que "Furia de Titanes 2" cuenta con un presupuesto que supera de largo los cien millones de dólares.

Debido al "blindaje" que separa a los curiosos del equipo artístico, es imposible acercarse a las zonas de trabajo sin que un miembro de seguridad termine por detectar una presencia extraña entre cientos de personas: acreditaciones de distintos colores sirven para acotar el paso a las parcelas más exclusivas. La segunda unidad, por ejemplo, está instalada en la zona de Las Revueltas (Arico). Allí, se da forma a una descomunal lucha entre Perseo (Sam Worthington) y los titanes en un espacio claustrofóbico. Nick Davis, el responsable de la segunda unidad, y Paul Jennings, encargado de los efectos especiales, supervisan paso a paso el montaje de una superficie artificial -material ligero- que se vendrá abajo durante la batalla.

Bajo los efectos de un sol pegajoso y un aire que se enturbia con el polvo que levantan los vehículos, los ingleses aprovechan cualquier señal de buen tiempo para broncear sus cuerpos a la espera de que llegue la siguiente orden. La espera se hace dura y, sobre todo, parsimoniosa. Nadie hace nada sin que un supervisor autorice el apaño. De esta forma, nadie tiene la tentación de romper un plano...

La actividad en la segunda unidad se para a la hora del almuerzo. Mientras tanto, en el pueblo en el que reside Perseo, localizado en la costa de Abades, un gran comedor aguarda el desembarco de un ejército de hambrientos operarios: el equipo principal de cocina procede del Reino Unido y cada día se sirven productos en cuatro horarios distintos para más de un millar de personas.

Jonathan Liebesman dedica más de diez horas diarias a una película que va creciendo como un Lego cuyas piezas encajan con precisión.

"Contar con un gran presupuesto y con un reparto de calidad es el sueño de cualquier director", argumenta el sudafricano tras grabar una escena consistente en un ataque al pueblo marinero de Perseo. Nada queda al azar. Hasta el pueblo -se tardó casi tres meses en su construcción- huele a marinería: unas generosas jareas intensifican el olor a una pesca recién cerrada, mientras el equipo de los efectos especiales recrea una gran explosión. En medio de este desorden se distingue la diminuta figura de Helios, el hijo de Perseo, que corre entre las callejuelas antes de regresar a su silla: "Había participado en otros rodajes, pero tengo la impresión de que las cinco semanas de estancia en Tenerife van a ser inolvidables", asegura el niño John Bell. En términos igual de positivos se expresa Liebesman, quien parece estar encantado con los tiempos de rodaje: "En Tenerife he encontrado unos paisajes fantásticos, una luz llena de vida y un cielo que atrapa a la cámara; ha sido un descubrimiento", señala.

Atrezo canario y londinense

Charles Wood tiene el mando en la producción de decorados. Buena parte de la escenografía -unas cariátides de unos siete metros de altura- se fabricaron en el Reino Unido. El pueblo de Perseo y el laberinto en el que se desencadena una gran lucha fueron construidos en Tenerife. Interminables sesiones de rodaje La actividad diaria en los sets de rodaje comienza a las ocho de la mañana y se alarga hasta las seis u ocho de la tarde. Las condiciones climáticas son las que condicionan -horas de luz, viento, la exposición al sol- si la jornada dura 10 o 12 horas. En los tiempos de grabación la actividad es frenética. Veintiocho especialistas Paul Jennings está al frente del grupo de especialistas. En "Furia de Titanes 2" trabajan veintiocho actores de riesgo procedentes de ocho países. "Es importante acertar en el menor número de escenas... Grabar cada una de ellas nos cuesta unos 50.000 dólares", puntualiza Jennings.