La mayor contribución de Ferran Adrià ha sido transmitir la idea de que "cualquier cosa es posible" en el mundo de la cocina, según sostiene el crítico gastronómico estadounidense Colman Andrews, autor de una biografía autorizada del chef y propietario de elBulli.

En una entrevista concedida a Efe, Andrew comenta que la mayor contribución de Adrià "no tiene nada que ver con la técnica, sino con que demostró a los demás cocineros españoles que podían pensar por si mismos, que la tradición era bueno conocerla, pero que no tenían por qué trabajar dentro de la tradición".

Con esta filosofía, el cocinero catalán introdujo en las cocinas máquinas que hasta entonces no se habían utilizado en ese entorno, probó sustancias que, aunque comestibles, tampoco empleaban los cocineros, y cambió el aspecto clásicos de determinados alimentos.

Bajo el título "Ferran Adrià: Un viaje incesante por la gastronomía" (Phaidon), Andrews relata cómo el joven cocinero Fernando se convirtió en el primer cocinero del mundo, Ferran Adrià; un libro que, ha explicado hoy a Efe, "se empezó a escribir hace treinta años cuando llegué por primera vez a Cataluña".

El primer encuentro de ambos tuvo lugar en Nueva York, auspiciado por un amigo común, José Andrés, y luego se sucedieron, y en ellos afirma que aprendió "mucho de su historia y de su restaurante y, aunque no te guste la cocina, es una historia interesante".

Andrews no oculta su sorpresa por el perfil biográfico de Adrià: "No hay nada de su infancia o su adolescencia que indicara que iba a ser el que es".

"Ferran no vivía en la cocina con su madre, ni su padre tenía un restaurante, y para él la cocina era mera subsistencia y luego se iba a jugar a fútbol", ha añadido.

Se convirtió en el cocinero que es por "varias coincidencias", porque "igual que trabajaba en verano en la cocina, podría haberlo hecho en un garaje".

Dedica uno de los capítulos al cambio de nombre, que se produjo, anota Andrews, "cuando publicó su primer libro, ''El sabor del Mediterráneo'', y pensó que era tonto tener dos nombres -en catalán y en castellano- y por eso optó por Ferran, que sonaba más exótico en el resto del mundo, una buena elección, aunque legalmente mantenga el de Fernando".

Piensa el biógrafo que "igual que no se pueden comparar Messi, Cruyff y DiStefano, tampoco se pueden comparar Adrià, Bocusse y Escoffier", pero considera que son "progresivos y acumulativos".

Piensa Andrews que su biografía permitirá "corregir mucha de la desinformación que ha circulado en torno a Ferran Adrià sobre si es el padre de la gastronomía molecular o si cocina con sustancias químicas o si es un cocinero-científico".

Sobre el cierre de elBulli, Andrews cree que, como dice el mismo Adrià, "no se trata tanto de cerrarlo como de evolucionar" y su opción ha sido "mantener el mismo equipo, la misma filosofía y en lugar de ser un restaurante que sirve platos cada día, fundar un espacio para crear mucha cocina, pero servir poca".