El vigilante de seguridad Juan Antonio Hernández Delgado estaba, como todas las mañanas, en su trabajo en la oficina del Servicio Canario de Empleo de Los Cristianos, en el mismo edificio donde ocurrió el terrible suceso de ayer. A las 10:25 horas, aproximadamente, otra colega que trabaja en una oficina insular entró desencajada, llorando y aterrorizada. Acababa de ver al asesino salir del local oriental con la cabeza en una mano. La mujer le pidió ayuda. Juan Antonio la siguió sin saber a dónde iba.

Al llegar a la acera de la avenida Ámsterdam, vio al joven búlgaro completamente ensangrentado. Aunque el vigilante todavía no lo sabía, en la mano izquierda portaba la cabeza de la víctima, y en la derecha llevaba un cuchillo grande y una pequeña bolsa. Sacó su defensa y le dijo: "Suelta lo que llevas y tírate al suelo". Pero Deyan no le hizo caso. El indigente lo miró y levantó la cabeza de la mujer británica por encima de sus hombros. Ahí descubrió realmente a lo que se enfrentaba y qué había en la mano izquierda de aquel hombre cuya mirada reflejaba su desequilibrio emocional. El joven búlgaro dijo estas palabras: "Muerte. Te voy a matar". Juan Antonio estaba en ese instante a un metro del perturbado mental.

La única reacción del vigilante fue golpearle en los brazos. Primero se le cayó la cabeza, que rodó un metro por el suelo. Lo siguió golpeando, hasta que también perdió el cuchillo y la bolsa. Después, el indigente cruzó corriendo la calzada y Juan Antonio lo siguió en dirección al centro cultural.

Después, prosiguió en sentido ascendente. Un motorista trató de pararlo y le lanzó el casco, pero no le llegó. Y un viandante, le dio una patada. Deyan se desequilibró y, entonces, Juan Antonio pudo tirarlo al suelo, golpearlo con la defensa hasta reducirlo y colocarle los grilletes. A "Tony", como le conocen sus amigos, no le gusta la palabra "héroe", pero ayer se comportó como tal.

Antecedentes

El individuo que mató y decapitó ayer a la mujer británica de 60 años no es un desconocido para las fuerzas de seguridad ni para algunos empresarios y trabajadores de la zona. Fuentes municipales indicaron que Deyan V.D. había protagonizado numerosos altercados en bares y tiendas del pueblo.

Fuentes autorizadas del Cuerpo Nacional de Policía explicaron que, durante el último año, al joven le constaban tres antecedentes. Uno de ellos fue por causar lesiones a un hombre en la vía pública, así como daños materiales. Supuestamente, un lugar donde solía pernoctar está situado detrás del edificio Cristianmar, es decir, en una edificación ruinosa entre las playas de Los Cristianos y Los Tarajales, donde un agente municipal recogió ayer sus ropas para llevarlas a la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía.

En febrero, una dotación de la Policía Local acudió a un servicio y encontró a Deyan con signos de padecer una seria enfermedad mental. El indigente aseguró a los funcionarios que era "el profeta segundo de Dios" y que estaba llamado a hacer "algo grande".

A raíz de tal hecho, los policías locales elaboraron el pertinente informe y lo trasladaron a la Unidad de Psiquiatría del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, según señaló ayer una fuente. La agencia Europa Press informó de que Deyan recibió el alta en dicho recurso de salud mental en febrero.

Hace un mes, los policías volvieron a verlo, pero esta vez estaba tranquilo, mientras tomaba cerveza. El pasado martes acudió a un comercio propiedad de un ciudadano hindú y le pidió un bolígrafo para hacer una lista de "tareas pendientes". Al parecer, también le preguntó al citado empresario si tenía cuchillos, pero la respuesta fue negativa. Durante la mañana de ayer, cerca de la Escuela de Vela de Los Cristianos, varias personas lo escucharon dando gritos y muy alterado.

Fuentes del Ayuntamiento de Arona explicaron que a la Concejalía de Servicios Sociales no le consta que alguna vez hubieran intervenido con el joven búlgaro. Además, desde el consistorio añadieron que tampoco figura empadronado en dicho municipio, algo que no es extraño tratándose de un indigente con problemas de salud mental. El alcalde, José Alberto González Reverón, explicó a los medios algunos detalles del suceso, a la vez que manifestó que se trata de un hecho macabro. El gerente del Círculo de Empresarios del Sur, Carmelo Caldentey, lamentó el deleznable suceso; recordó que se trata de un hecho aislado, cometido por un perturbado, que podía ocurrir en cualquier lugar, por lo que ahora no se debe cuestionar la seguridad en la comarca. Una hora después del levantamiento del cuerpo, Los Cristianos recuperó su trasiego habitual. Y solo la entrada y salida de policías de paisano del bazar Shung recordaba el terrible suceso. Mientras, operarios de la limpieza quitaban la sangre de las losetas con agua a presión.