Las calles de Santa Cruz de Tenerife volvieron a convertirse ayer en el escenario de la indignación de una parte de la comunidad educativa canaria con la gestión de la Consejería de Educación del Gobierno canario. Algo más de 800 personas, según las estimaciones de este periódico, clamaron contra los recortes presupuestarios, la falta de diálogo de la Administración y los problemas en las sustituciones del profesorado de baja.

Portando carteles y coreando lemas como "Menos recortes, más educación", "En casa me educa mi familia. ¿Quién me educa en el cole?", "Menos milagros, más soluciones?", los manifestantes, convocados por la Iniciativa por la Defensa de la Educación Pública Canaria, recorrieron algunas de las principales vías del centro de la capital tinerfeña para dejar claro que "recortar hoy en educación es comprometer el futuro".

Al igual que la marcha celebrada el pasado mes de octubre -promovida por asociaciones de padres integradas en la Iniciativa y que reunió a cerca de 3.000 personas-, la protesta de ayer contó con una importante presencia de familias -padres y alumnos- de colegios e institutos de diferentes puntos de la Isla, desde el Norte y el Sur hasta la zona metropolitana. Organizaciones sindicales, partidos políticos, colectivos sociales y representantes del mundo de la universidad -por ejemplo, el exrector de la ULL, José Gómez Soliño, y el contrincante de Eduardo Doménech en las últimas elecciones al Rectorado, Javier Marrero- formaron parte también de los asistentes a la manifestación.

"Mientras los políticos no rectifiquen, seguiremos saliendo a la calle y exigiendo el derecho a una educación pública de calidad", advirtió Candela Morales, miembro de Ampas Coordinadas. Aunque dijo sentirse "contenta" con la participación, calificó de "lamentable y triste" que la situación obligue a los ciudadanos a expresar su malestar en la calle.

Los "recortes progresivos y alarmantes" efectuados por el Gobierno han convertido la última legislatura en "una oportunidad perdida" para la educación pública, según los organizadores, que no confían en "promesas": "si no han respondido a nuestras necesidades hasta ahora, ¿quién nos asegura que lo harán el próximo curso?".