AQUEL canto, libertad sin ira, entonado en la Transición, es extrapolable al deseo de los canarios de valernos por nosotros mismos. Libertad sin ira para Canarias, libertad de verdad y duradera; queremos ser un pueblo independiente y lo manifestamos cuando partidos políticos españolistas luchan por gobernar en Canarias, que no es de España, sino que es nuestra. Que es de los sucesores de quienes derramaron su sangre en los peñascos atlánticos que defendían, bajo los almendros en flor de las montañas, en las quebradas y barrancos, sobre la piel de zahorra de nuestra patria; que es un almendro y es un volcán.

Esa libertad que anhelamos ha de arribar, más pronto que tarde. La piden a gritos quienes aman a Canarias y confían en que llegará el día en que pueda valerse por sí misma. Respetando a todos los pueblos del entorno, incluso a nuestros colonizadores. Pero con la firmeza en los labios para defender con uñas y dientes la tierra de nuestros padres y de nuestros abuelos y bisabuelos; la tierra que empapó tanta lágrima y tanta sangre desde que avistó las velas enemigas en el horizonte.

Canarias para los canarios, respetando siempre al que venga a trabajar aquí y no a humillarnos con la saña que lo hizo, y a veces lo hace, el godo abusador. Porque siempre hemos entendido a los otros; a los que abandonan la prepotencia y la falta de respeto para integrarse en una sociedad que siempre ha sido fácil de convencer por su nobleza y su bondad.

Jueces y fiscales canarios, funcionarios canarios, círculos de poder canarios. Esta tierra es nuestra y no de ellos. Canario es el que se integra de verdad, el que comulga con nuestros valores. El que celebra nuestro acento. El que adopta nuestras costumbres. El que habla y no hiere. Canario es el que canta una isa y una folía y una seguidilla con nosotros. Canario es el que no nos quiere partir el pico con una azada. ¿Lo entienden? Somos canarios y se nos llena la boca diciéndolo.

Canario es la persona tolerante que lo disculpa casi todo; canario es el campesino recio y de palabra; el empresario que se ha dejado aquí el alma. Canario, lucha, como lucharon los guanches, pero ahora sin necesidad de armas ni trincheras, sino con la palabra y la acción política, para que nos devuelvan lo que nos arrebataron. Tenemos que andar vigilantes para que nunca se nos vuelva a faltar el respeto.

Elecciones, sí, pero para gobernar Canarias de verdad desde una nación independiente, sin ataduras de nadie y cerca de todo el mundo. ¡Libertad, libertad sin ira!