El primer ministro de Japón, Naoto Kan, visitó hoy Rikuzentakata, una localidad de unos 25.000 habitantes que quedó barrida por el tsunami del 11 de marzo, donde se reunió con los evacuados para transmitirles el respaldo del Gobierno.

Se trata de la primera visita del jefe del Ejecutivo nipón a una de las áreas devastadas por el seísmo de 9 grados Richter y el tsunami que dejaron al menos 11.800 muertos y más de 15.500 desaparecidos en el noreste de Japón, según las últimas cifras.

Kan, enfundado en un mono azul de emergencia, llegó a Rikuzentakata en helicóptero a primera hora y fue recibido por el alcalde, Futoshi Toba, que en las instalaciones habilitadas como ayuntamiento temporal le informó sobre la situación en la ciudad.

Situada en la costa de la provincia de Iwate, Rikuzentakata contaba con un muro de hormigón destinado a contener posibles tsunamis, pero las compuertas no pudieron ser cerradas a tiempo y la gran ola destruyó cerca del 80 por ciento de los edificios.

Kan visitó también al equipo local de bomberos, diezmado por el desastre y cuya sede también quedó arrasada por las aguas, y luego se entrevistó con un grupo de 250 refugiados en una escuela primaria del lugar.

El primer ministro les aseguró que el Gobierno estará con ellos "hasta el final" y les proporcionará la ayuda necesaria para reconstruir sus viviendas y reanudar sus actividades, informó la televisión NHK.

La provincia de Iwate fue, junto con las de Miyagi y Fukushima, una de las más afectadas por el terremoto del día 11, que el propio Kan definió como el desastre más grave vivido por Japón desde la II Guerra Mundial.

En Fukushima, a la tragedia del seísmo y tsunami se une la crisis en la planta nuclear de Daiichi, donde se trabaja sin descanso para tratar de controlar los problemas en cuatro de sus seis reactores nucleares y contener las filtraciones radiactivas.

Kan, tras visitar Rikuzentakata, se dirigió a una base de operaciones próxima a esa central nuclear para reunirse con los militares que participan en los esfuerzos para controlar la planta.

La base se encuentra en el radio de 20 kilómetros que el Gobierno ordenó evacuar a causa de la elevada radiactividad, mientras que a los residentes a entre 20 y 30 kilómetros les instó a permanecer en sus casas con puertas y ventanas cerradas o a trasladarse a otros lugares más alejados.