El Gobierno sirio presidido por Mohamed Nayi Otri presentó ayer su renuncia en medio de una ola de protestas políticas que estallaron el pasado día 18 y que han causado decenas de muertos.

Otri se mantendrá como primer ministro hasta la formación de un nuevo gabinete, según informó la agencia oficial SANA al anunciar que la renuncia presentada por el primer ministro había sido aceptada por el presidente sirio, Bashar al Asad.

El jefe de Gobierno saliente formó su gabinete, con un perfil tecnócrata, el 18 de septiembre de 2003, cuando fue designado primer ministro en reemplazo de Mohamed Mustafa Miro. La última remodelación del gabinete de Otri fue completada en abril de 2009.

Fuentes oficiales dijeron que en los próximos días, posiblemente hoy, se anuncie el nuevo jefe de Gobierno.

La renuncia del Gobierno se conoció mientras se está a la espera de que el presidente Al Asad pronuncie hoy ante el Parlamento "un importante mensaje dirigido a todos los sirios", según fuentes oficiales.

La crisis del gobierno se produce después de varios días de protestas en distintos puntos del país en las que han muerto unas 130 personas, según cálculos de activistas de la oposición, aunque, según el Gobierno, las víctimas mortales son una treintena.

Los grupos opositores acusan a las fuerzas de seguridad de ser responsables de esta represión, pero el Gobierno sostiene que los disturbios fueron causados por "bandas armadas" y radicales islámicos.

Apoyo al régimen

Al Asad está en el poder desde el 17 de julio del año 2000, una semana después del fallecimiento de su padre, Hafez al Asad.

Ayer, centenares de miles de personas participaron en multitudinarias manifestaciones en las principales ciudades del país en apoyo al presidente sirio, en un intento del régimen por ganar apoyo popular ante la oleada de protestas de la oposición.

Según las imágenes de la televisión estatal, los participantes en esas muestras de apoyo al régimen llevaban pancartas como "Urgente: la conspiración ha fracasado" o "Hemos hecho caer la conspiración y las divisiones sectarias".

En las concentraciones de ayer un gran número de manifestantes portaban banderas sirias y retratos de Bashar al Asad, mientras gritaban eslóganes a favor del presidente.

Desde que estallaron las protestas de la oposición, el Gobierno de Damasco ha desviado la responsabilidad a actores extranjeros no identificados que, según su opinión, quieren extender a Siria las revueltas populares que estallaron en varios países de la región.

El régimen asegura que es blanco de un complot inspirado desde el extranjero para castigar a Siria por su apoyo a grupos opuestos a EEUU, en una clara referencia al grupo chií libanés Hizbulá, al palestino Hamás y a las buenas relaciones con Irán.

Las concentraciones de ayer en apoyo al régimen se llevaron a cabo en la capital, Damasco, y también en otras ciudades como Alepo, Hama o Hasake.

Reformas democráticas

Las manifestaciones de la oposición, sin embargo, se desarrollaron en Damasco, en la ciudad portuaria de Latakia y en la localidad sureña de Deraa, cerca de la frontera con Jordania. Durante las protestas en Siria, que comenzaron tímidamente en febrero y se intensificaron a partir del 18 de marzo, los grupos de la oposición piden reformas democráticas y la derogación de la ley de emergencia, vigente desde que el partido Baaz llegó al poder, en 1963.

El Gobierno se ha comprometido a derogar la ley de emergencia, pero no ha dado una fecha para ello. Siria se había mantenido hasta ahora al margen de la ola de revueltas en la región, entre otras razones porque no existen tantas desigualdades sociales como las de países como Túnez y Egipto.

Unido a ello, el fuerte aparato policial en Siria ha acallado los últimos años cualquier señal de protesta y, además, Al Asad es visto como un elemento de cohesión social frente a los riesgos sectarios que existen en el país, según los analistas.

Por otras parte, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, apremió ayer al presidente sirio a acometer las reformas que demandan sus ciudadanos. "Depende del Gobierno sirio, de sus líderes, empezando por el presidente Bashar al Asad, probar que pueden responder a las necesidades de su propia población".