Japón, el país de la armonía y los sentimientos contenidos, se enfrenta ahora al traumático recuerdo del terremoto y tsunami del día 11 de marzo, un desastre que ha fortalecido el espíritu de superación y unidad de sus habitantes.

Olas de trece metros, pueblos destrozados, familias desplazadas y carencias han causado un gran trauma en supervivientes y el resto de la sociedad nipona, que intenta desprenderse del lastre psicológico con comunicación, afecto y muestras de orgullo nacional.

Los primeros psicólogos que llegaron a las zonas más afectadas del noreste japonés por el tsunami del día 11 han constatado el alto índice de personas con síntomas de estrés agudo y la necesidad de expresar los recuerdos de aquel día, según indicó hoy un portavoz de Médicos Sin Fronteras.

En una sociedad acostumbrada a la contención, las experiencias vividas en los últimos 18 días suponen un reto que, según los psicólogos, debe superarse con contacto físico, muestras de afecto y comunicación.

Una asociación de psicólogos habilitó hoy un centro de atención telefónica para ayudar a los padres que no saben cómo hacer que sus hijos superen los malos recuerdos vividos, que los han vuelto más mimosos y temerosos.

Los facultativos aconsejan que se permita a los niños expresar sus sentimientos y responder a sus angustias con caricias, así como explicarles de manera sencilla qué ha sucedido para que perdieran a sus familiares o a sus casas.

No obstante, para el país ha sido un ejemplo de superación ver las como se desarrollaron las ceremonias de graduación de estudiantes de primaria en destrozados pueblos de las provincias de Iwate o Miyagi, que tuvieron que ser retrasadas por el desastre.

En una muestra de unión de la comunidad, los alumnos recogían sus diplomas en ceremonias improvisadas en refugios y pronunciaban discursos optimistas sobre el futuro de sus pueblos frente unos padres que no conseguían mantener la entereza.

Para muchos, la fuerza con la que japoneses de todas las edades están afrontando la mayor tragedia del país desde la II Guerra Mundial es un ejemplo y motivo de admiración nacional.

La televisión NHK muestra a diario el testimonio de ancianos que lo han perdido todo y llevan más de dos semanas en refugios sin más pertenencia que mantas y algo de comida, pese a lo cual repiten sus deseos de salir adelante.

Las ganas de lucha de esas personas han extendido en todo el país un movimiento solidario y de apoyo en el que participan cantantes, deportistas y actores, junto con el resto de los ciudadanos, bajo el lema de "Gambare Nippon" (Ánimo, Japón).

Habitantes de todo el noreste del país, incluida la populosa área metropolitana de Tokio, han vivido días de ansiedad desde el 11 de marzo, debido a las réplicas constantes, falta de suministro y la preocupación, amplificada en los medios, por la radiactividad que emana de la central nuclear de Fukushima Daiichi.

Según una encuesta publicada hoy por el diario Mainichi, el 55 por ciento de los psicólogos de la zona de Tokio han detectado un empeoramiento de los pacientes desde el día del terremoto, con síntomas como insomnio, mareos, ansiedad o depresión.

La mayoría de las personas en tratamiento achacan su recaída a las réplicas del seísmo, casi diarias, y a las duras imágenes repetidas por televisión de pueblos destrozados por el tsunami y personas sin hogar.

No obstante, poco a poco los afectados recuperan su orgullo con la adjudicación de las primeras casas para damnificados, mientras las autoridades, conocedoras de la importancia del trabajo para dignificar a un japonés, anunciaron hoy programas especiales de empleo en las regiones afectadas.

La televisión NHK muestra constantemente una cierta normalidad que llega a las zonas más afectadas y cómo la solidaridad de voluntarios y los propios damnificados pone la primera piedra de una larga reconstrucción que exigirá grandes dosis de fortaleza.