El presidente de EEUU, Barack Obama, defendió hoy la intervención militar aliada en Libia, que consideró una necesidad tanto moral como estratégica, y subrayó que no se repetirá un nuevo Irak.

En un discurso en la Universidad Nacional de Defensa, en las afueras de Washington, el mandatario intento explicar a un pueblo estadounidense confuso y poco interesado, según las encuestas, en una nueva operación militar, la primera guerra que lanza Obama.

Frente a una audiencia castrense que permaneció silenciosa durante un discurso de 27 minutos, y ante un decorado de banderas de EEUU, Obama defendió la urgencia moral de una intervención que ha salvado "numerosas vidas" y ha "conseguido detener el avance mortal" de las tropas del dictador libio, Muamar el Gadafi.

Mantenerse al margen, sostuvo, "hubiera acarreado un gran precio" y "hubiera traicionado lo que somos", cuando Gadafi amenazaba con entrar a sangre y fuego en los últimos reductos rebeldes.

"Algunos países pueden ser capaces de hacer la vista gorda ante las atrocidades en otras naciones. EEUU es diferente. Y como presidente, rechacé esperar a ver las imágenes de matanzas y de fosas comunes antes de tomar medidas", subrayó Obama, que llegó a la Casa Blanca con la promesa de poner fin a la guerra de Irak.

Pero, además, EEUU tenía "un importante interés estratégico" en impedir la victoria de Gadafi, afirmó Obama.

De otro modo, miles de refugiados procedentes de Libia hubieran ejercido una gran presión sobre los procesos de transición incipientes en los vecinos países de Egipto y Túnez.

Además, la credibilidad de la ONU se hubiera visto en entredicho y "los nacientes impulsos democráticos" en la región se hubieran visto sofocados por dictadores que habrían concluido que la mejor estrategia es aferrarse al poder por todos los medios.

El cambio en Oriente Medio, consideró, "no se puede echar atrás". Aunque el progreso será desigual y distinto según los países, pero "debemos alinearnos con quienes creen en los mismos principios básicos que nos han guiado en tantas tormentas", dijo.

Aunque insistió en que Gadafi abandone el poder, descartó que las operaciones militares aliadas incluyan su derrocamiento entre los objetivos de la misión aliada, algo que consideró que representaría "un error".

"Si intentáramos derrocar por la fuerza a Gadafi, nuestra coalición se dividiría" y aumentarían los riesgos para las tropas aliadas, consideró.

EEUU ha llevado el liderazgo de la misión que comenzó el pasado 18 de marzo pero, en cumplimiento de la promesa de que la participación de este país sería limitada en el tiempo y en la intensidad, el próximo miércoles transferirá la responsabilidad de las operaciones a la OTAN, anunció.

Obama indicó ha cumplido su promesa de que EEUU no desplegaría tropas de tierra y transferiría la responsabilidad a sus aliados.

Pero este país, según declaró, no se retirará completamente y mantendrá su participación en operaciones de vigilancia y espionaje.

En cualquier caso, aunque la operación no tiene una fecha de conclusión -significativamente, el presidente no aludió a cuándo podría concluir la intervención- no será un nuevo Irak, aseguró el mandatario, que en ningún momento utilizó la palabra "guerra" para referirse a lo que ocurre en Libia.

"Cambiar el régimen (en Irak) nos costó ocho años, miles de vidas estadounidenses e iraquíes y casi un billón de dólares. No es algo que nos podamos permitir repetir en Libia", sostuvo Obama.

Con estas palabras buscaba explicar su decisión a una población dividida, según la encuesta hecha pública hoy por el Centro Pew, en sus opiniones sobre la intervención, pues mientras el 47 por ciento la apoya, el 36 por ciento está en contra y el 50 por ciento considera que la operación carece de un objetivo claro.

El discurso de Obama tiene lugar un día antes de que se celebre en Londres una reunión del grupo de contacto sobre Libia, donde estarán representados más de 35 países y donde se tratará no sólo la necesidad de un alto el fuego y la zona de exclusión aérea, sino también el futuro del país norteafricano.