Suena el timbre en la casa de Carmen Cruz, en el Pueblo (así se llama al casco de Tijarafe). Son las tres de la madrugada. Se abre la puerta y una sonrisa recibe al visitante. Es un enfermo en busca de un medicamento que le permita dormir. Ella es farmacéutica desde hace medio siglo. No se trata de una atención circunstancial, es su norma. En Tijarafe, desde hace 50 años, a cualquier hora, un vecino puede tocar la puerta de la vieja botica (hoy farmacia) porque sabe que nunca está cerrada.

Para Carmen Cruz es su profesión, su negocio. Pero también ha sido una vocación personal que ha permitido aliviar muchas penas, momentos difíciles, a multitud de vecinos de la Comarca Noroeste de La Palma, desde Tijarafe hasta Garafía. Primero con su botica y luego con la farmacia, ha sido durante los últimos 50 años la mujer de las medicinas en estos pueblos rurales, disponible a cualquier hora del día y de la noche, para cualquier urgencia. Por eso, el pueblo de Tijarafe ha decidido reconocer el esfuerzo que ha hecho con un emotivo homenaje realizado en el ayuntamiento.

Pese a su edad, ya tiene 77 años, ella dice sentirse "con las mismas energías que una quinceañera". Jamás se ha quejado por el trabajo de la farmacia, del que no "desconecta" nunca. Cuando le suena el timbre en pleno sueño se levanta con total normalidad y buen humor. Es más, nunca cierra la puerta del dormitorio: "Por si no oigo el timbre de la farmacia", dice. Es la fortaleza personificada.

Cuando le piden una medicina y no la tiene, hace lo imposible para conseguirla. En varias ocasiones se ha trasladado en su coche por los barrios acercando medicinas a vecinos que en ese momento no podían desplazarse a la farmacia. Lo hacía libremente porque entendía que tenía que hacer lo que pudiera cuando se trata de aliviar a alguien un dolor.

Pero a lo largo de este medio siglo, en la farmacia de Carmen Cruz no solo se han vendido medicinas en el mostrador o se han llevado a los domicilios cuando era necesario. También se han atendido pequeñas quemaduras en la noche más festiva y pirotécnica del año en Tijarafe, la verbena del Diablo, y hasta colaborado con algún parto espontáneo.

Ese esfuerzo profesional y su larga trayectoria de servicio al pueblo merecieron incluso el reconocimiento, a finales de 2009, del Colegio de Farmacéuticos de Santa Cruz de Tenerife, que le entregó la insignia de oro de la entidad al cumplir 50 años como colegiada.

Valor y trabajo.- El Ayuntamiento de Tijarafe expresó en un comunicado, previo al acto realizado, su respeto por la labor de Carmen Cruz, como parte de un reconocimiento que la corporación local dedica anualmente a una mujer trabajadora que destaque por la importancia y el valor de su servicio al municipio.

En el mismo dice que los tijaraferos, a través del ayuntamiento, desean expresar su agradecimiento a la labor desarrollada durante casi 50 años por Carmen Cruz al servicio de su pueblo y reconocen "no solo un recorrido profesional, sino también la conciliación de esta tarea con su papel como madre de familia numerosa (tuvo seis hijos con su marido, el notario Alfonso Cavallé)".

De abuela a nieta.- Esta tijarafera, nacida en el caserío de El Pinar, abrió en 1963 la primera botica del municipio, en un momento en que los servicios sanitarios de esta localidad eran exiguos, limitándose a un médico visitante que ofrecía sus servicios en horario matinal. Su farmacia atendía toda la comarca noroeste de La Palma, cubriendo inicialmente las necesidades de Puntagorda y Garafía, incluso enviándoles medicamentos en el servicio de guaguas.

Nunca tuvo horarios. Su vivienda y la botica estaban en el mismo inmueble, donde también vivían los padres de Carmen. Por este motivo, la vida de la farmacia ha formado y forma parte de la vida familiar. Doña Blanca, la madre de Carmen, en su primera trayectoria y hasta su fallecimiento en 1997, la atendía como auxiliar, también día y noche, al igual que hace hoy su hija Carmen.