Shoji Kojima, conocido como "El gitano japonés", presenta mañana en el Festival de Jerez su último espectáculo, "La Celestina", un nuevo montaje con el que, a sus 72 años, este legendario bailaor nipón quiere demostrar que, para él, el flamenco "es Dios".

Kojima, considerado un pionero del baile flamenco en Japón, supo que el flamenco es Patrimonio de la Humanidad hace más de 50 años cuando este arte le atrapó "como una garra muy fuerte", según recuerda en una entrevista con EFE durante uno de los ensayos previos a su presentación mañana en el Festival de Jerez.

Una actuación que le devuelve a los escenarios españoles, que no pisaba desde el 2003, cuando actuó con Duquende en el Palau de la Música de Barcelona, y en la que se pondrá en la piel de "La Celestina", en un montaje en el que rinde tributo a Pablo Picasso, Pablo Neruda y Pau Casals, "los tres Pablos" que son sus artistas de cabecera.

Los tres murieron en 1973, un año en el Shoji Kojima actuó en el Alcázar de Sevilla en la fiesta de bienvenida que los entonces Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, ofrecieron a los también entonces príncipes nipones, Naruhito y Michiko.

Años después, ambas casas reales han reconocido su aportación a la divulgación del flamenco con distinciones como la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica o la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, por parte española, o con la designación de Persona de Mérito Cultural, el segundo galardón más importante de Japón.

La fascinación por el flamenco de Shoji Kojima nació hace más de cincuenta años, cuando quería convertirse en cantante de ópera y descubrió que, para ello, "necesitaba mover el cuerpo, los ojos, los dedos, las manos" y decidió aprender ballet.

"Cerca de donde vivía sonaban castañuelas y fui a aprender a tocarlas por curiosidad", una curiosidad que le atrapó como "una garra muy fuerte" cuando por aquel entonces, en los sesenta, vio bailar juntos en Japón a Pilar López y Antonio Gades y después la película "Los Tarantos", la última aparición en el cine de Carmen Amaya.

"Entonces dije, esto es para mí", explica "El gitano japonés", junto a la sala de ensayo del Teatro Villamarta.

Así fue como en 1966 cogió un barco y llegó a Madrid para estudiar baile en la academia de Amor de Dios, junto a "muchos maestros".

Fue una etapa de diez años en España, en los que compartió escenario con grandes como Farruco, Cristina Hoyos, Bernarda de Utrera o Manolo Caracol y que le sirvieron para que nada menos que Farina le impusiera el nombre de "El gitano japonés".

En 1976 regresó a su país, fundó una academia y una compañía propia con la que ha producido una decena de espectáculos que han servido para apuntalar la gran pasión que existe por el flamenco en Japón.

Kojima, que percibe que el flamenco "ha cambiado" porque ahora es "menos manual", se siente "muy satisfecho" de actuar en el Festival de Jerez de la Frontera, "cuna del flamenco".

Allí mostrará mañana un montaje que ha ideado con un equipo del que forman parte Javier Latorre, en la dirección y coreografía, Juan Gómez "Chicuelo", en la dirección musical, y Chiaki Horikoshi, en la escenografía.

Un cuerpo de baile de 21 artistas, en el que participan los bailaores Cristian Lozano y Esmeralda Manzanas Sánchez junto a un nutrido grupo de artistas japoneses, llevarán a escena la historia de Calisto y Melibea, que tendrán como Celestina a Shoji Kojima, un excepcional alcahuete del amor japonés por el flamenco.