CUANDO en 1987 el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife entró en el Libro Guinnes de los Records por organizar un baile el martes de Carnaval con más de 200.000 personas, quien suscribe aún no había cumplido los 17 años. El Carnaval a finales de los 80 tocaba el cielo. Hace más de veinte años, ya bajábamos en guagua los compañeros del Instituto Nacional de Bachillerato Mixto Ofra Nº 5 (actual IES Ofra-5) a coger sitio en la final de murgas de la plaza de España, con la botella de Coca-Cola de dos litros y el paquete de pipas gigante.

En los veinte años siguientes, el Carnaval no fue capaz de mantener el éxito de su fórmula, fue perdiendo fuelle a mediados de la primera década de este siglo y no cuajó del todo su promoción. De 2003 a 2005, la fiesta se había convertido en un evento con excesiva suciedad por las mañanas en las calles, prácticamente sin gente salvo el entorno de la plaza del Príncipe de Asturias, con la actuación de la Fu-Fa y Los Fregolinos. A un padre no se le ocurría pasear temprano con sus hijos, ya que, pese al esfuerzo de los servicios de limpieza, el olor y los restos de la noche anterior desanimaban a cualquiera. Por la noche, la fiesta comenzaba a partir de las dos o las tres de la madrugada, ¿recuerdan?, que es cuando la gente "empezaba a bajar"; y como se hacía de día cuatro horas después, el consumo de alcohol y otras sustancias se incrementaba de forma exagerada en un corto espacio de tiempo (lógicamente, toda generalización acarrea injusticia). Fue la época de los brotes violentos, de las leyendas urbanas (¿se acuerdan de la "sonrisa del payaso"?) y de la necesaria actuación contundente de la Unipol.

En esa época surgió también la moda de lo "fashion" (valga la redundancia), que Jaime Azpilicueta sufrió cuando le pusieron un escenario "doble" a un lado y otro del Recinto Ferial (¿a dónde van a mirar los espectadores?, se preguntó). Fueron los tiempos en los que los grupos (en especial determinadas murgas) tomaban las decisiones en lugar de los políticos. Luego vino el conflicto del ruido, que enfrentó a chicharreros contra chicharreros. Y, finalmente, Amargo. Eran tiempos en los que cada vez más jóvenes se marchaban de puente al sur a un apartamento durante el Carnaval. Seguro que ustedes han oído aquello de "este año solo salgo un día".

En mayo de 2007, siendo primer teniente de alcalde de esta ciudad, nos fijamos el objetivo de que los chicharreros se sintieran orgullosos de nuevo de su fiesta. Un trío de profesionales que garantizaba el éxito (Azpilicueta en la Gala, Oñate en la Comisión y Galarza en el cartel). Arreglar el problema del ruido con un consenso total con los vecinos afectados. Recuperar a la Billo''s Caracas Boys tras casi una generación sin actuar en Santa Cruz. Sacar la Gala y los concursos a la calle en la explanada del Parque Marítimo (en parte obligado por la ocupación del Recinto Ferial por el PIT). Bajar un 30% el precio de las entradas de todos los eventos, con descuentos adicionales para las familias de más de dos hijos. Cambiar a Belén Esteban y Bibi Anderssen por Sophia Loren y Gerard Depardieu, Carlos Vives, Chayanne… Pero ¿y la familia?

El primer paso fue adelantar los horarios de las actuaciones estelares en los escenarios, para "invitar" a la gente a bajar a las diez de la noche y no a las cuatro de la mañana. Pero no era suficiente. ¿Cómo conseguir que un padre y una madre, con sus abuelos, con sus hijos en los cochecitos, o que personas con discapacidad pudieran disfrutar del Carnaval en entornos masivos de gente sin problemas de seguridad y sin grandes dosis de alcohol? Y además, que fuera rentable para los comercios, taxis, bares, restaurantes, locales de ocio y establecimientos adheridos (siempre debe ser un objetivo el que se mueva la economía y se cree empleo en las actividades recreativas). ¡Amigo!, vaya pregunta.

Y llamamos a Paco Padrón. ¿Por qué a Padrón? Por muchas razones, quizás por "Amanecer Latino", o por Radio Club, o porque creó la primera televisión local de esta tierra, o porque con un chaval llamado Zerolo de concejal de Fiestas, y acompañados de Andrés Chaves, se fueron hace veinticinco años a Miami a contratar a una tal Celia Cruz para actuar por primera vez en Santa Cruz. O quizás por todo ello junto. Cuando le preguntamos a Paco cómo conseguir situar a la familia tradicional como el eje central del Carnaval, nos dijo: ¿y por qué no lo haces por la mañana? ¡Claro! Y ahí empezó todo. Empezamos a trabajar cuatro largos meses, calladitos la boca (porque en esta tierra como vean que asomas la cabeza ya sabes lo que pasa), pensando cómo desarrollar esa sugerencia. El Carnaval de noche ya tenía sus seguidores, no se los queríamos quitar, pero era necesario centrar los esfuerzos a la luz del día. Ahora bien, ¿cómo conseguir que la gente se ilusionara? ¡Amigo!, otra buena pregunta.

Nada se dejó a la improvisación. Más de sesenta personas, numerosos proveedores, comparsas, colaboradores... Todo el mundo atendió nuestra llamada con sigilo. Y cien días después, tomamos la decisión: tenía que ser un evento corto (si dura más de cuatro horas, decae), con cuatro escenarios al mismo tiempo, con comparsas entre uno y otro, con un espectáculo sonoro de fuegos artificiales como nunca antes se había organizado, con doce "bombazos" en los puntos más alejados de Santa Cruz anunciando el inicio, y con confeti, porque, al fin y al cabo, era el Sábado de Piñata, así que tendríamos por primera vez una piñata de verdad.

Tras recibir el visto bueno del alcalde, lo anunciamos en una rueda de prensa. ¿Cómo fue recibida la idea?... Muy mal. La memoria es corta, pero lo cierto fue que nos llovieron las críticas a patadas: "Este se ha vuelto loco"; "¿a quién se le ocurre poner a la Billo''s a tocar a las doce del mediodía un Sábado de Piñata?"; "eso será un after con cuatro pelagatos borrachos". Incluso nos pusieron a caer de un burro en algunas letras de las murgas. Y encima, el sábado se decreta la alerta, aplazamos el Carnaval de Día para el domingo, ¿y llovió mucho? ¡Ni una gota!, un sol que rajaba las piedras. Después del Domingo de Piñata, también hubo patadas… pero para salir en la foto. Incluso uno que yo me sé unos días antes negó hasta tres veces (como san Pedro) tener algo que ver con el Carnaval de Día, y el lunes siguiente anunció: "El año que viene, dos días de Carnaval de Día". Ja.

El equilibrio entre la tradición y la modernidad fue el éxito de los Carnavales de 2008 y 2009. Y no fue mérito solo del Partido Popular, hay que decirlo bien claro, sino de todo el Ayuntamiento de Santa Cruz, que se volcó en colaborar con quienes éramos los responsables políticos de aquella ilusión convertida en realidad. Por cierto, para la segunda edición de 2009, Xuáncar y Pedro Bravo de Laguna, de la Cadena Ser, nos sugirieron: ¿y por qué no pop en el Carnaval de Día? Imagínense las caras de los inmovilistas cuando lo planteamos. Idénticas críticas que un año antes, claro está, hasta que vieron el resultado. Pero algunos somos inaccesibles al desaliento: anunciamos a Craig David, Alex Ubago, Beatriz Luengo, Pastora, Conchita, Carlos Baute, la Billo''s (otra vez) y Pepe Benavente. ¿Resultado? Más de 200.000 personas gastándose su dinero en los establecimientos de Santa Cruz, que cerraban por la tarde al quedarse, otra vez, sin existencias.

Perdonen que hable en primera persona para acabar. Llevo doce años haciendo política en nuestra tierra. Les aseguro que es indescriptible la sensación de felicidad cuando, durante varias horas, decenas de personas de toda clase, edad y condición se te acercan, te dan un abrazo, unos besos y te dicen: gracias. Para los nostálgicos, les recomiendo que vean los resúmenes oficiales en Youtube. Otro día les explico por qué creamos el Dance Carnaval.

en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife