Los tres principales bancos de Portugal registraron un beneficio neto de mil millones de euros en 2010, las mejores cifras desde 2007, en un momento en el que los mercados están más preocupados por sus dificultades para acceder a liquidez.

Pese a que el país atraviesa su peor crisis económica de la historia y que la presión sobre su deuda soberana ha sido por momentos insostenible -con intereses por encima del 7 por ciento-, la banca lusa consiguió presentar unos resultados positivos gracias, fundamentalmente, a sus operaciones en el extranjero.

La mayor entidad financiera del país, el Banco Espírito Santo (BES), registró unas ganancias netas en 2010 de 510,5 millones de euros, aunque en términos porcentuales fue el único que bajó respecto a 2009, con un ligero descenso del 2,2 por ciento.

Le siguió a distancia el Banco Comercial Portugués (BCP), con 301,6 millones de euros de beneficios, un significativo 34 por ciento más que en 2009 y casi el doble de lo previsto inicialmente por los inversores.

El Banco Portugués de Inversiones (BPI), por su parte, ganó 184,8 millones de euros en el último ejercicio, un 5,6 por ciento por encima de las cifras del año anterior.

Los cerca de mil millones de euros que suman entre los tres reflejan un aumento del 8,1 por ciento respecto al ejercicio 2009, aunque por debajo de los casi 1.500 millones de euros en beneficios del año 2007, su máximo histórico.

El 40 por ciento de los beneficios del BES (203 millones de euros) procedieron de sus divisiones internacionales, gracias sobre todo a los países africanos en que está presente -aportan casi la mitad del total- y Brasil.

A estos también se sumó el crecimiento registrado tanto en España como en el Reino Unido, menos importante en números absolutos pero significativos en términos porcentuales

El BCP es, de las tres entidades, la que menos depende del extranjero, de donde procedió una sexta parte de su ganancia neta en 2010, con un gran rendimiento de Polonia, Mozambique y Angola que, sin embargo, se vio contrarrestado por las pérdidas en Rumanía (23 millones de euros) y Grecia (16 millones de euros).

El caso del BPI es especialmente paradigmático, ya que más de la mitad de sus beneficios (98 millones de euros) procedió de sus operaciones internacionales, gracias sobre todo a su participación en el Banco de Fomento de Angola (BFA).

Sin embargo, estos positivos resultados no evitan ni solucionan sus problemas de acceso a liquidez, derivados de la imposibilidad de acudir al mercado para financiarse a través de los instrumentos habituales desde el primer trimestre de 2010, debido a la desconfianza de los inversores hacia Portugal, reflejada en el aumento de la presión sobre su deuda soberana.

Esta situación ha obligado a las entidades financieras lusas a recurrir al Banco Central Europeo (BCE) para acceder a préstamos a un interés razonable, una dependencia que deben reducir antes de que la institución comunitaria decida "cerrar el grifo".

Además, el Banco de Portugal ha recomendado a las entidades que refuercen su capitalización, un objetivo que se puede alcanzar reduciendo los dividendos a repartir entre los accionistas.

Los tres bancos que cotizan en la Bolsa de Lisboa siguieron el consejo del regulador, y el BES redujo en un 10 por ciento sus dividendos por título, mientras que el BCP y el BPI decidieron retenerlos.

Otro punto de interés es el ratio de solvencia -porcentaje del capital del que se puede disponer de forma inmediata para hacer frente a pagos- de estas entidades, más aún tras los cambios normativos aprobados en España, por los que se exige a los bancos un "core capital" superior al 8 por ciento.

De los tres bancos cotizados de Portugal, el BCP es el que presenta un menor ratio, del 6,7 por ciento, y el único que se sitúa por debajo de la barrera del 8 por ciento, aunque la ausencia de activos tóxicos en las cuentas de la banca lusa -inmune a la llamada "burbuja inmobiliaria"- puede darle margen para aumentarlo, según algunos analistas.