LA PERVERSA triple paridad y los mínimos que recoge la legislación electoral en Canarias nos condenan al triple empate entre fuerzas políticas; en este 2011 parece que con más igualdad que nunca. El escaso debate político obvia las cuestiones trascendentes y parece que todo gira en torno a la estrategia de pactos postelectorales; aunque en realidad nadie se moje.

Coalición Canaria llevará la voz cantante desde el poder, entendemos que como hasta ahora, sin comprometerse de forma global con el partido que gobierne en Madrid para no perder la influencia (o la notoriedad) de sus diputados en cortes. PP y PSOE, dispuestos para el cambio de pareja, no sabemos si para eludir la responsabilidad o por no ceder entre ellos; aunque pudiera ocurrir que haya quienes desde dentro entiendan que llegó la hora de mandar a los nacionalistas al ostracismo como ya ocurrió en el País Vasco con aparente éxito.

Entre tanto, de los políticos canarios solo escuchamos preocupación o entusiasmo, según el caso, sobre las cifras del paro, la evolución de la actividad turística o cualquier otro dato estadístico. Todos se ofrecen a mejorar la gestión por ineficacia de sus adversarios y ninguno propone nada nuevo para el buen gobierno de las islas.

Qué más pruebas harán falta. Que Canarias no funciona bien no es una opinión, es la cruda realidad del desempleo, de la destrucción del tejido empresarial, del fracaso en la educación y de otras tantas cuestiones que no aguantan la comparación ni siquiera con nosotros mismos. Y parece que estamos condenados también a que venga un tercero, de fuera, a resolver nuestra penosa situación. Saber que hay un responsable (ZP, por ejemplo) nos alivia la carga de la culpa.

La gran política requiere consenso, y eso es muy difícil de conseguir en un país como Canarias, en donde prima el interés particular sobre el interés general y todos temen perder su estatus. Escuchamos que se está trabajando en la enésima modificación del REF, pero no trasciende ni qué es lo que se pretende cambiar ni si será suficiente para mejorar el panorama.

Urge revisar el fondo del Régimen Económico y Fiscal para Canarias, no solo la forma. Abandonar la filosofía de la limosna (que no se cumple) y acordar una nueva relación político-económica con España y con Europa; cambiar el subsidio por la herramienta legal, en pocas palabras.

Un retorno a la filosofía de los puertos francos podría ser una opción cuya eficacia ya está probada en las islas. Con la supresión de los impuestos al tránsito de mercancías, tan arcaicos como los antiguos fielatos, conseguiremos ser la plataforma comercial que nunca debimos dejar de ser, tanto para África, como nuevo mercado en expansión, como para Europa, en combinación con el turismo. Este mix turismo/comercio funciona como propulsor de la economía en otros enclaves singulares en el mundo con similares características geoestratégicas que Canarias. En esto, por estos lares, no hay competencia.

Tal medida requiere regular la comercialización de los productos agrícolas de consumo básico para mantener y potenciar el sector primario en las islas, pero no vía aranceles, ni subvenciones, sino mediante el establecimiento de un mecanismo de precios mínimos de venta que estabilice el coste de la cesta de la compra y que permita a los productores locales competir en el mercado por calidad. Es del todo insostenible (y carente del más básico sentido común) que se subvencione la exportación de plátanos, por ejemplo, y que el 85% de los productos frescos que consumimos en el archipiélago entre por los puertos, un gran porcentaje de los cuales también con ayuda pública (del REA).

Volver a los puertos francos y a un sistema económico más competitivo exige también afinar con las políticas sociales de protección a las personas, que ya existen, y castigar con contundencia el abuso a quienes entienden que las ayudas públicas son la manera de escaquear sus obligaciones con la sociedad.

Un nuevo REF debe contemplar también que las empresas que realizan su actividad en Canarias tributen por el impuesto de sociedades en las islas; no como ahora, que los bancos, compañías aéreas o multinacionales del turismo, por poner un par de ejemplos, pagan sus impuestos en donde tienen fijada su sede social. Gravar la actividad empresarial es mucho más inteligente y más sencillo que al tránsito de mercancías.

Negociar un nuevo REF exige visión a largo plazo, trazar un plan, convencer a Europa de que más vale una caña que una tonelada de pescado. Hacerles ver que modificar las relaciones con Canarias también beneficia a los demás ciudadanos de la Unión, porque no tendrán que financiar el sostenimiento artificial de la economía y, sobre todo, porque podrán disfrutar ellos también de los atractivos de las islas y no solo del clima y del ocio. Nuestro futuro requiere tomar la iniciativa y actuar; ya estamos tarde.

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