La directora general de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Aránzazu Gutiérrez, ha asegurado que a pesar del valor arqueológico de Tindaya, la montaña majorera no está del todo protegida; además, ha aclarado que el proyecto del escultor Eduardo Chillida no es incompatible con la protección de los grabados rupestres --caracterizada por la imagen singular de pies tallados en las piedras, los podomorfos -- ni otras manifestaciones arqueológicas en el lugar.

"No está declarada Bien de Interés Cultural toda la montaña, pero también aparecen los yacimientos de forma individual. Es una montaña significativa desde el punto de vista aborigen pero es compatible con este proyecto. No estamos diciendo que va a desaparecer la montaña", ha explicado Gutiérrez en declaraciones a Europa Press.

El artículo 62 de la Ley 4/199 de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias recoge en su punto uno que los yacimientos arqueológicos más importantes de Canarias se declararán Bien de Interés Cultural con la Categoría de Zona Arqueológica. En su punto tres, apunta que estos yacimientos "deberán ser protegidos de la degradación y, de ser posible, acondicionados para la visita pública a través de su conversión en Parque arqueológico o forma de protección" implicando a las administraciones a impedir su saqueo.

La responsable canaria de Patrimonio en este punto ha manifestado que si bien la ley los declara BIC, necesita darse un segundo paso que es la delimitación. "Cuando se declaran BIC por Ley, luego se ha de incoar y declarar la delimitación del Bien, pero en este caso el Bien no tiene la delimitación declarada, por lo cual se tiene que ceñir por lo que dice el Plan Insular de Fuerteventura y ellos tienen un área de respeto de 100 metros cuadrados alrededor de los yacimientos", ha explicado Aránzazu Gutiérrez.

Ha insistido en que el proyecto de Tindaya tiene su estudio de impacto ambiental y se han tenido en cuenta los yacimientos arqueológicos que hay en sus alrededores, incluso se han trazado una serie de pautas y de cambios que ha sugerido el Área de Patrimonio del Cabildo que se han tenido en cuenta.

"Se va a hacer un seguimiento de la obra, se va a ahuecar por un lateral. El proyecto va a tener un arqueólogo a pie de obra, incluso en los grabados se plantea la restauración de algunos dañados, se van a poner cuñas para ver si hay desplazamiento de bloques y todas estas medidas correctoras se van a tomar y se va a hacer un seguimiento porque el Estudio de Impacto Ambiental así lo exige", ha subrayado la directora de Patrimonio.

"La Ley protege los grabados, no del subsuelo y en caso de que aparezca un yacimiento se tiene que parar y hacer las medidas correctoras, pero esto pasa en cualquier obra. Habrá un arqueólogo a pie de obra que garantiza la seguridad de los yacimientos", ha declarado la nacionalista.

Sin embargo el Decreto 111/2004, de 29 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre Procedimiento de Declaración y Régimen Jurídico de los Bienes de Interés Cultural, recoge que "el entorno, que puede incluir el subsuelo, está constituido por el espacio, edificado o no, que da apoyo ambiental al bien y cuya alteración puede afectar a sus valores, a la contemplación o a su estudio".

La responsable del área de Patrimonio ha reconocido que quizás ha sido el "entorno mágico" de Tindaya lo que cautivó a Chillida para añadir que el proyecto contempla la puesta en marcha de un centro de interpretación no sólo para la obra del escultor vascos, sino para el espacio arqueológico.

"Los podomorfos sobrevivirán. Los majoreros son los principales valedores de su patrimonio. No han destruido sus podomorfos. Vamos a ser optimistas y vamos a pensar que no va a pasar nada. A lo mejor se va a poner en valor un yacimiento que hasta ahora muy pocos tienen la accesibilidad y se va a ofrecer conocimiento a todos", ha sentenciado por último Gutiérrez.