Un equipo de científicos ha descubierto en la cueva de La Fragua, en Santoña (Cantabria) una foca monje que vivió hace aproximadamente 6.300 años. Estos animales solo viven en aguas templadas, por lo que el hallazgo podría demostrar que las corrientes marinas que actualmente permiten disfrutar de un clima templado en la Cornisa Cantábrica se habrían instaurado hace varios milenios. El hallazgo podría modificar los modelos sobre el cambio climático, que se ajustan mediante comparaciones con esa época. Es la primera vez que esta especie se identifica en la Prehistoria de la Cornisa Cantábrica.

Investigadores de las universidades de Cambridge, Cantabria y Autónoma de Barcelona, y del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), han identificado en la Cueva de La Fragua, en Santoña (Cantabria), un resto fósil perteneciente a una foca monje. La foca monje es un mamífero marino actualmente en peligro de extinción y que se asocia comúnmente a las aguas templadas del Mediterráneo o el Atlántico más tropical.

Esta es la primera ocasión en que esta especie se identifica en la Prehistoria de la Cornisa Cantábrica. El hueso ya forma parte de las colecciones del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. El hallazgo ha sido publicado en la prestigiosa revista británica ''Proceedings of the Geolologists'' Association''. Los científicos han fechado el descubrimiento hace aproximadamente 6.300 años.

Los investigadores localizaron los huesos en el transcurso de las excavaciones arqueológicas desarrolladas en el yacimiento por Manuel González Morales, catedrático de Prehistoria de la UC, y por la investigadora Yolanda Díaz Casado entre 1990 y 1996, dentro del Proyecto ''La Prehistoria de las Marismas''.

El proceso de identificación ha sido complejo. Según Ana Belén Marín, primera firmante del artículo y responsable del estudio de la fauna del yacimiento, el fósil, que pertenece a la extremidad anterior de un individuo adulto, tuvo que ser remontado a partir de cuatro fragmentos localizados en diferentes zonas de la excavación.

"Dado lo inusual del hallazgo, tuvimos que consultar diferentes colecciones osteológicas de Londres, París y Mónaco, así como varios museos oceanográficos antes de poder confirmar su procedencia. Se trata de un individuo que fue cazado en las inmediaciones de la cueva y consumido posteriormente por los grupos humanos que la habitaban, como así queda de manifiesto en las marcas de corte realizadas con instrumentos de piedra que se aprecian en la superficie del hueso", explica Marín.

La identificación de este animal en esa zona y en ese período no supone solo una novedad por descubrir que esa época había focas monje en esa zona, sino también porque cambia las ideas que existían hasta ahora sobre el clima y pueden modificar los estudios sobre el cambio climático. La foca monje ha sido identificada en la costa cántabra a mediados del Holoceno, periodo geológico que abarca los últimos 10.000 años de la historia humana.

NO HACÍA FRÍO EN EL SUROESTE DE EUROPA

Según explica Ana Belén Marín, "tras el último Máximo Glacial de hace 20.000 años, a mediados del Holoceno, el continente europeo registró el denominado Óptimo Climático, con temperaturas que incluso superaron a las actuales en el centro y norte de Europa. Sin embargo, los registros de polen manejados hasta la fecha indican que aparentemente en el suroeste del continente esto no fue así, y que las temperaturas medias habrían sido del orden de uno o dos grados más bajas que las actuales".

Según Marín, "el hallazgo de una foca monje en la Cueva de la Fragua viene a contradecir esta afirmación, ya que el hábitat de este fócido es incompatible con aguas frías y sólo esporádicamente se han avistado algunos ejemplares en el Golfo de Vizcaya y únicamente en las últimas décadas".

La respuesta a este dilema podría estar en el mar. "Creemos que el hecho de encontrar foca monje en este periodo es prueba de que las corrientes marinas que actualmente permiten disfrutar de un clima templado en la Cornisa Cantábrica se habrían ya instaurado hace varios milenios, lo que también coincide con los resultados isotópicos de perforaciones del fondo oceánico", explica Manuel González Morales, otro de los autores de la publicación.

"Se trata de un aspecto novedoso que puede alterar los resultados de las predicciones climáticas, ya que los modelos matemáticos que se emplean para su obtención suelen ajustarse mediante comparación con el Óptimo Climático de mediados del Holoceno, cuya caracterización debería contemplar el efecto termorregulador del mar".

Esta línea de investigación sobre el cambio climático global a inicios del Holoceno y su impacto en las sociedades humanas de la época viene siendo desarrollada por diversos investigadores del IIIPC en los últimos años, a partir de la información conservada en los yacimientos litorales de Cantabria y Asturias.