LO PRIMERO que hay que decir de este año que acaba de comenzar es que se trata de un "número primo". Y eso en sí mismo ya lo hace interesante. Los números primos son especiales, aparecen donde quieren y sin seguir ningún tipo de regla. Un número primo es aquel que sólo es divisible por sí mismo y por la unidad (2, 3, 5, 7, 11… etc.) o dicho de otra forma es aquel número natural que tiene exactamente dos divisores distintos: él mismo y el 1.

La verdad es que siempre he sentido debilidad por esta sucesión de números tan impredecibles. Sobre todo porque ninguno de los grandes matemáticos como Euclides, Fermat, Euler, Gauss, Riemmann, Ramanujan, etc. fueron capaces de encontrar la fórmula mágica que los explique y también por sus curiosidades. Es curioso que el único número primo par sea el 2, es curioso que existan más números primos entre el 1 y el 100 que entre el 101 y el 200, etc. Y lo que es verdaderamente impresionante es que cualquier número natural se pueda descomponer de forma única como producto de factores primos, el conocido teorema fundamental de la aritmética.

Sirva esto como introducción y para darnos cuenta de que el año 2011 se las trae. No obstante, siempre que empezamos un año estamos llenos de nuevos planes, nuevas intenciones y nuevos propósitos… En los casos más fáciles, por fin voy a aprender inglés, por fin empezaré definitivamente a ir al gimnasio regularmente, etc., etc. Y en los casos más difíciles, seguro que este año encontraré trabajo y también, por qué no, a lo mejor este año encontraré un trabajo más acorde a mis posibilidades, pero luego por alguna razón no somos capaces de conseguirlo o llevarlas a cabo. Estamos pasando por momentos muy delicados y no cabe otra que esforzarse. Si uno no se esfuerza en coronar sus deseos, es muy probable que fracase en el intento.

Me gustaría contribuir escribiendo en este espacio los ingredientes que a mi juicio son necesarios para lidiar este año que se nos antoja muy complicado. Estas pequeñas recomendaciones, en primer lugar, van dirigidas a mí, y por eso las escribo para fijarlas y que así queden instaladas en mi consciente e inconsciente. Si de paso le sirven a otra persona, mejor que mejor.

En primer lugar, lo que tenemos que hacer con 2011 es vivirlo. Vivirlo día a día sin complejos. Con intensidad. Sin esperar nada de él. Sintiendo cada instante, cada segundo. Disfrutando de lo que tenemos, no añorando lo que no tenemos. Siendo uno lo que es y nunca ser lo que otros quieren que uno sea. La vida no es lo que fue, no es lo que será, no es lo que yo quiero…. es lo que es. En este punto recomiendo que escuchéis al psicomago y polifacético Alejandro Jodorowsky. Lo podéis encontrar, como siempre, en internet. Hay una entrevista que le hace Buenafuente en La Sexta que me parece magistral.

En segundo lugar, el ingrediente mágico por excelencia para meternos de lleno en el año 2011 es la ilusión. La ilusión de que será este y no otro el año de nuestra vida. El año donde nuestras metas serán conseguidas. Nada podemos llegar a realizar si no estamos llenos de este fármaco extraordinario. No sé si lo saben, pero la ilusión entendida como la esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo o como la alegría que produce la realización de un deseo es típicamente española. Viene del latín "illusio" y en las lenguas romances y en algunas, como el inglés, se le dio un significado negativo (burla, escarnio). Asimismo, aparecieron palabras derivadas de ilusión y con ese significado negativo, como iluso, ilusor, ilusorio. Pero es en el español donde comienza a aparecer el significado positivo de la palabra ilusión y empezaron a surgir distintas expresiones como "tener ilusiones", "vivir con ilusión", etc.

Hay un libro, que ya comenté en un anterior artículo, que explica todo sobre este término, a mi modo de ver tan necesario e importante en todo lo que hagamos en nuestra vida, y es el que escribió Julián Marías titulado "Breve tratado de la ilusión".

A mi entender, hay que llenarse de ilusión y de ganas, y sobre todo de proyectos atractivos y realizables que nos hagan sentir bien con nosotros mismos. La ilusión no es nada más que tener deseos con argumentos.

En tercer lugar, el último ingrediente. El mecanismo que dispara todo y que pondrá en marcha todo el proceso. Una vez que tienes tus proyectos, tus deseos, tus objetivos o tu metas, es decir, una vez que estás ilusionado, ¿qué se hace? Pues no queda más remedio que esforzarse, interesarse, ocuparse, pirrarse, morirse... En definitiva, desvivirse, otro término propio de los hispanohablantes, y según la Real Academia de la Lengua, uno se desvive cuando muestra incesante y vivo interés, solicitud o amor por alguien o algo.

Una vez que tenemos nuestro proyecto y estamos ilusionados nos matamos y esforzamos por conseguirlo. Nada es por casualidad. Nada es gratis. "No pain no gain", dicen lo americanos. Sin dolor no hay ganancia, sin esfuerzo no se consiguen las cosas, sin trabajo no hay resultados. Hay que fajarse y hacer eso que decimos a veces de "poner toda la carne en el asador".

Y todo esto se puede hacer mientras nos divertimos. Vivirse, ilusionarse y desvivirse no tiene por qué ser antipático o tedioso. Divertirse mientras se trabaja goza de mala reputación y tenemos que sepultar este infundado anatema. Pasárselo bien mientras se trabaja no es un delito ni una herejía. Todo lo contrario. Es una bendición. Un milagro.

Por cierto, como bien saben los amantes de la numerología, el número 11 es un "número maestro". Además, debido a la doble presencia del número 1, el que le da inicio a todo, se dice que es un año para emprender nuevos retos y concretar proyectos. Estupendo. Todo cuadra.

"Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo y acabarás lográndolo" (Ludwig van Beethoven).

Licenciado en Ciencias Económicas (Universidad de La Laguna).

Master of Arts en Economía (Northeastern University)

jmzanon@gmail.com