El 30 de septiembre de 2008 pusieron el asunto en conocimiento de la Alcaldía a través del blog del alcalde, pero la denuncia formal la presentaron el 21 de septiembre de 2009. Más de un año después, una quincena de familias de la urbanización Rubén Marichal, en Barranco Hondo (Candelaria), siguen padeciendo las molestias que les causa el canto de cuatro gallos, situados en un gallinero al otro lado del barranco, desde las tres de la madrugada.

Ante la falta de respuesta eficaz por parte del ayuntamiento, los afectados, finalmente, acudieron al Diputado del Común, organismo al que el consistorio respondió en octubre pasado asegurando, entre otras cosas, que se había procedido al desalojo del gallinero. En su exposición, la técnico municipal también informó de que habían advertido al titular del gallinero de la incoación de un expediente sancionador si no procedía a la limpieza y retirada de la instalación. En caso contrario, el gobierno local actuaría en tal sentido de forma subsidiaria.

Algunos vecinos mantuvieron una reunión con el concejal de Sanidad, Cirilo Pérez, hace un año, una vez que esta problemática fue dada a conocer públicamente. Sin embargo, "a pesar de que nos anunció que se resolvería, todo continúa igual". Se da la circunstancia de que en enero de 2010 el concejal de Policía, Jorge Baute, ya aseguró que "estamos trabajando con la finalidad de buscar soluciones para dar respuesta a las demandas de estos vecinos (...), pero todo requerirá su tiempo". Como apunta otro de los afectados, "sorprende que necesiten tanto".

Contradicciones

En todo el procedimiento seguido hasta ahora, a este grupo de vecinos de Rubén Marichal les llama poderosamente la atención "la serie de contradiciones en las que ha incurrido el ayuntamiento". Las mismas "son inexplicables" porque "aquí ha habido personal municipal hablando con nosotros que ha constatado la situación que denunciamos, además de que el expediente que hemos remitido al Diputado del Común contiene el suficiente material audiovisual que atestigua lo que afirmamos".

El único aspecto que motivó palabras positivas sobre la gestión hecha por el gobierno municipal respecto a la queja planteada hace un año es el que concierne a los perros. En esa línea, manifestaron que "la ordenanza municipal ha contribuido a reducir las molestias que ocasionan, aunque todavía podrían hacer mucho más, pero son muchos menos los perjuicios que están ocasionando porque el control que ejercen los amos parece mayor".

Curiosamente, en el informe policial que forma parte de la respuesta que el Ayuntamiento de Candelaria remitió al Diputado del Común el 17 de octubre pasado se especifica que en la inspección ocular realizada "no se detecta la presencia de perros sueltos potencialmente peligrosos".

Lo que sí dejan claro los afectados es que "los animales se comportan como tales y lo que nosotros queremos es un ejercicio de responsabilidad por parte de sus dueños. Es decir, que trasladen los gallos a otro lugar". Eso sí, "de las gallinas no decimos nada porque no molestan".

En un barranco

El gallinero está emplazado en la ladera del barranco que separa la urbanización de Rubén Marichal de Pringado, por lo que la orografía también actúa como cauce multiplicador de las molestias.

Los afectados están dispuestos a adoptar cuantas medidas sean necesarias no descartando acudir a la vía judicial para tratar de resolver un problema "que persiste por la falta de compromiso del Ayuntamiento de Candelaria, porque todo sigue igual un año después de publicado".

El concejal de Sanidad, Cirilo Pérez, reconoció que se ha informado al propietario de que no está autorizada la presencia de un gallinero en esa zona.