La Encuesta de Salud de Canarias 2009, publicada recientemente por la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, recoge que el consumo de alcohol está bastante extendido en nuestra sociedad, y constituye un factor de riesgo considerable para la salud de la población dado el carácter potencialmente tóxico y la capacidad adictiva que genera por lo que desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias se pide la colaboración de familia y escuela para prevenir sobre estas adicciones entre los jóvenes canarios.

De los datos extraídos, se desprende que el 8,53 por ciento de la población de 16 y más años en Canarias declara que consume bebidas alcohólicas frecuentemente (es decir, 4 veces o más por semana), con una diferencia clara entre hombres y mujeres (14,22% frente al 2,90%). Esta diferencia entre sexos se acentúa a partir de los 45 años y aún más a partir de los 65, donde se llega a alcanzar una diferencia de más de un 25 por ciento entre géneros. Las Encuestas de Salud de Canarias de 2004 y 2009 revelan que la tasa de abstemios ha descendido y la tasa de bebedores ocasionales se ha incrementado.

Además, la Dirección General de Atención a las Drogodependencias, en colaboración con la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas y el resto de Comunidades Autónomas, desarrolla periódicamente una serie de estudios cuyo objetivo es ofrecer una descripción de la evolución y características del consumo de drogas psicoactivas (incluyendo alcohol y tabaco) en nuestra comunidad y los problemas asociados.

Así, la Encuesta Domiciliaria sobre alcohol y drogas (EDADES) 2009/2010 señala que el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por la población canaria de 15 a 64 años, seguida del tabaco, el cannabis y los hipnosedantes. Los consumos de todas las sustancias son más prevalentes en los hombres, salvo para los hipnosedantes, en los que las mujeres presentan mayor prevalencia.

El consumo de bebidas alcohólicas se mantiene relativamente estable respecto a años anteriores, aunque se observa un ligero repunte de consumo respecto a 2007. Éste se concentra los fines de semana y se constata una tendencia ascendente de las borracheras en la población.

El entorno cotidiano está repleto de referencias a las sustancias adictivas. Los adolescentes conocen el alcohol desde edad temprana, ya que su presencia en nuestra sociedad hace que resulte un producto cercano, podríamos decir que hasta familiar. Esta proximidad dificulta que los jóvenes puedan llegar a comprender los riesgos asociados al abuso de bebidas alcohólicas.

Posiblemente los adolescentes y jóvenes beben porque la sociedad es muy permisiva con esta sustancia y la ha incorporado a las actividades importantes de la familia. Es por este alto nivel de aceptación del alcohol por lo que se tiende a minimizar sus efectos negativos y a no detectar situaciones de abuso.

Y es que los jóvenes se están socializando con la presencia en sus contextos de vida de las drogas, lo que nos indica que en algún momento de su desarrollo personal van a tener que aprender a decir "no", van a tener que ser socialmente competentes para decidir qué hacer; gran responsabilidad que todos debemos asumir. La familia, la escuela y el contexto social tenemos que educarles para afrontar esta situación.

A partir de los últimos datos disponibles de la Encuesta Estudes, dirigida a alumnado de Secundaria de nuestra Comunidad Autónoma, el alcohol sigue siendo la sustancia más consumida entre los jóvenes de 14 a 18 años, así: El 76 por ciento declara haber consumido alcohol alguna vez en la vida, el 66,4 por ciento en los últimos 12 meses y el 45,5 por ciento en los últimos 30 días.

Los datos confirman que el fenómeno del uso de drogas es un problema multifactorial y cambiante. Su evolución en estos primeros años del siglo XXI nos indica que los usos de drogas tienen una relación directa con los valores y actitudes de nuestra sociedad; relación con unos estilos de vida y unos contextos sociales que "banalizan" o "normalizan" determinados usos y determinadas sustancias, de forma que toleran y en algunos casos, promueven determinados comportamientos.

En referencia al uso de las drogas se dan --y esta investigación lo confirma-- unas grandes paradojas entre los derechos de unos y de otros ciudadanos, paradojas sobre una atribución exclusiva del uso de drogas a la juventud, cuando los datos nos señalan que es un fenómeno del que participan todas las edades.

Se observan asimismo incoherencias, en referencia al uso de alcohol asociado a casi cualquier celebración en los adultos, y a la sorpresa y asombro de éstos por su uso compulsivo en adolescentes. Y no faltan tampoco los contrasentidos, con el derecho a usar determinadas sustancias de carácter ilegal y la demanda de la prevención de su uso; o absurdos, entre lo que los ciudadanos hacen en su vida diaria y lo que demandan que se haga en prevención.