La Casa Blanca anunció ayer una suavización de las restricciones de viaje de sus ciudadanos hacia Cuba, para permitir las visitas a la isla de estudiantes y de grupos religiosos. La decisión del presidente Barack Obama suscitó de inmediato elogios y reproches dentro y fuera del Congreso.

La Casa Blanca dijo ayer que Obama ha pedido que los departamentos de Estado, Tesoro y Seguridad Nacional den los pasos necesarios para "continuar los esfuerzos de acercamiento con el pueblo cubano, para apoyar su deseo de determinar libremente el futuro de su país".

Obama ordenó suavizar los viajes académicos, culturales y religiosos; permitir que los estadounidenses envíen remesas de hasta 500 dólares por trimestre, siempre que no sean para miembros del Gobierno o del Partido Comunista en la isla, y permitir que cualquier aeropuerto en EEUU pueda solicitar licencia para operar vuelos fletados a la isla.

Los cambios, que entrarán en vigor en un plazo de dos semanas, despertaron las rencillas de quienes, dentro y fuera del Congreso, se oponen a flexibilizar el embargo que EEUU mantiene desde 1962.

Elogios y reproches

El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, John Kerry, elogió en un comunicado la decisión de Obama porque, a su juicio, las medidas para ampliar los contactos entre ambos pueblos y el envío de remesas "abren el camino para forjar vínculos más profundos que interesan a EEUU hoy y en el futuro".

"Este es un paso importante. Si los gobiernos no pueden resolver los problemas entre ellos, al menos deberían hacerse a un lado y permitir que los ciudadanos trabajen en la búsqueda de soluciones", dijo Kerry.

No obstante, señaló que "lamentablemente Cuba sigue siendo el único país en el mundo al que el Gobierno de EEUU no permite que sus ciudadanos viajen libremente", por lo que aseguró que seguirá luchando para que todo estadounidense viaje a la isla.

Pero, desde el exilio cubano, la legisladora republicana Ileana Ros-Lehtinen consideró que suavizar estas restricciones "no ayudará a mejorar la situación por una Cuba democrática".

"Estos cambios no lograrán que el régimen castrista respete los derechos humanos. Y seguramente no ayudarán al pueblo cubano a liberarse de la despótica tiranía que los oprime".

Ros-Lehtinen cree que los cambios anunciados "socavan nuestra política exterior y nuestros objetivos de seguridad y solo traerán beneficios económicos al moribundo régimen cubano".