El Banco Mundial (BM) indicó ayer que la inestabilidad en la zona euro es una de las grandes amenazas para la economía mundial, que crecerá un 3,3% este año y un 3,6 en 2012 impulsada por el empuje de los países en desarrollo. El organismo multilateral había proyectado en junio una horquilla de crecimiento de entre el 2,9 y el 3,3% para 2011. Según los datos publicados entonces, el crecimiento previsto para 2012 era de entre el 3,2 y el 3,5%. Según las proyecciones del organismo, los países en desarrollo crecerán un 6% este año y un 6,1% en 2012, frente al 2,4% y el 2,7% respectivamente de los países desarrollados. "Es la historia de dos mundos distintos", afirmó ayer el economista del BM Hans Timmer durante una rueda de prensa en la que el organismo presentó el informe actualizado "Perspectivas Económicas Globales" con sus últimas previsiones de crecimiento para la economía mundial.

Por su parte, el economista jefe del BM, Justin Yifu Lin, afirmó que el proceso de recuperación en marcha en la economía global es "estable", pero alertó de la existencia de riesgos que podrían truncar el proceso. Mencionó la todavía inestable situación en los mercados financieros europeos.

El informe actualizado divulgado ayer destaca, en ese sentido, que "no están claras" las posibles repercusiones del renovado nerviosismo de los inversores sobre la deuda soberana de algunos de los países de la zona euro.

El análisis recuerda la presión a la que se vieron sometidos en los últimos meses de 2010 países como Irlanda, Bélgica, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España.

"El escenario más probable (...) asume que aunque el nerviosismo continúa, tendrá un impacto limitado sobre la economía real como ocurrió en mayo de 2010 cuando tuvo lugar la primera ronda de nerviosismo sobre la deuda soberana europea", destaca el informe.

Lin hizo hincapié en algunos de los desafíos que afrontan los países en desarrollo como los enormes flujos de capitales y el repunte en los precios de los alimentos.

En ese sentido, el informe menciona que muchos de esos flujos de capital son puramente especulativos y que, de no controlarse, pueden provocar "abruptas" apreciaciones y depreciaciones de las divisas que no reflejan los fundamentos económicos.