Las energías renovables son uno de los sectores llamados a diversificar la economía de Canarias. También se mira hacia ellas para reducir la factura energética del Archipiélago, engordada por una altísima dependencia de los derivados del petróleo y con la implantación del gas natural pendiente desde hace décadas. La defensa de los intereses de los empresarios que han invertido en estas fuentes alternativas movió hace un año a un grupo de ellos a constituir la Asociación Canaria de Energías Renovables (ACER). "Nos organizamos en una agrupación de interés económico y desarrollamos las infraestructuras necesarias para que nadie se quedase sin solución de evacuación (de la energía generada), explica su presidente, Enrique Rodríguez de Azero, que precisa que el "germen" de ACER fueron los proyectos fotovoltaicos del municipio tinerfeño de Arico.

"Hoy recuerdo con orgullo cómo entre todos fuimos capaces de construir una subestación y varias líneas soterradas; fue un ejemplo de colaboración empresarial que pasará a la historia de nuestras Islas", añade, y remarca su agradecimiento a los vecinos que permitieron, con la cesión de derechos de paso, que los citados proyectos se hicieran realidad -Rafael Martín, Juan Antonio Domínguez, Bernardo García y José Ramón Silverio y la familia Delgado-.

Rodríguez de Azero, que es licenciado en Medio Ambiente por la Universidad Internacional de Florida, considera que Canarias está aprovechando "sólo una pequeña parte" del potencial que tiene en el campo de las energías renovables, en el que "queda mucho por hacer". Suponen sólo el 6% dentro del "mix" energético isleño. A su juicio, hay que aspirar a porcentajes "mucho mayores".

Lograrlo convertiría al subsector en una actividad de peso en la economía del Archipiélago: "Con un marco estable puede atraer importantes inversiones y crear empleo de calidad. Los empresarios de este sector estamos a la espera de que haya estabilidad normativa y menos burocracia para invertir, porque lidiar con cinco administraciones, empezando por Europa y terminando por los ayuntamientos, engendra un lento y complicado papeleo. El lado positivo es que la ejecución de los proyectos de renovables es rápida. Alemania llegó en un año a 8 gigavatios (GW) de potencia fotovoltaica".

Además, ACER liga el pleno desarrollo del sector a que el Gobierno estatal contemple las singularidades territoriales de Canarias. "Solicitamos una norma diferenciada y eficaz", subraya su titular, que hace hincapié en que el isleño es un sistema energético "aislado". Pero, a pesar del compromiso expresado por el Ministerio de Industria, el último decreto aprobado en noviembre por el Ejecutivo no ha plasmado excepciones para las Islas en lo que atañe a la energía fotovoltaica, mientras que el cupo eólico de 600 megavatios (MW) asignado dependerá de que no se recorten el número de horas equivalentes, que es la unidad que mide el rendimiento de las instalaciones.

"Las reglas de juego deben ser claras y los trámites administrativos ágiles. No podemos perder tanto tiempo y dinero para desarrollar proyectos necesarios para Canarias. En la energía eólica no se ha instalado ni un solo MW más desde 1997. Y no hablemos de los intentos de repotenciación", lamenta Rodríguez de Azero, que critica la "excesiva lentitud" en el desarrollo normativo de un sector en el que el Archipiélago "debe ser un lugar de ensayo, como continente energético renovable que es".

Esas óptimas condiciones se han visto frenadas con la actual crisis, reconoce, pero objeta que si se hubiesen atendido las reclamaciones del sector las inversiones no habrían mermado tanto: "Una tarifa razonable permite que estos proyectos, que son a muy largo plazo, generen enormes beneficios para Canarias, y desde luego hay inversores dispuestos a asumir el reto". El titular de ACER rechaza que la rebaja de las primas obedezca a que se quiera atajar una nueva "burbuja" y destaca que estas fuentes son "más baratas" que las tradicionales y no son responsables del déficit de la tarifa eléctrica. Subraya también que el sector, que reporta múltiples beneficios medioambientales y económicos -vía imagen turística, por ejemplo-, "no camina por el mundo de la gran empresa, sino que permite a ciudadanos de a pie convertirse en productores".