Los niños en Haití siguen sufriendo las trágicas consecuencias del terremoto que devastó hace un año el país caribeño, donde 380.000 menores desplazados no han encontrado aún una nueva vivienda, según un informe de Unicef divulgado hoy.

La agencia de la ONU señala en el documento que los menores que carecen de techo viven junto a más de 700.000 adultos en los 1.200 campamentos improvisados en un Puerto Príncipe todavía en ruinas.

Asimismo, reconoce que "cuellos de botella" en el proceso de recuperación del desastre han ralentizado la recuperación del país, lo que obliga a prolongar al menos un año más la atención humanitaria de emergencia a la población más afectada por el terremoto.

"Un año después, la mayor parte del trabajo está por hacer", afirma el informe, en el que también se recuerda las dificultades de trabajar en un país asolado por la pobreza y la inestabilidad histórica.

Según Unicef, para muchos menores en Haití 2011 "empieza casi como lo hizo 2010", desplazados, con dificultades para acceder a servicios básicos y amenazados por las enfermedades.

La epidemia de cólera que se detectó el pasado octubre y que se ha extendido a todo el país, junto con la inestabilidad política que siguió a las polémicas elecciones de noviembre, agravan aún más las dificultades de la respuesta humanitaria, afirma Unicef.

Según explica, factores como la extrema pobreza de las familias que perdieron sus hogares, la lenta reconstrucción de los densos barrios capitalinos y la prestación de los servicios básicos gratis en los campamentos, hacen muy difícil reducir el número de desplazados.

"La compleja ecuación de espacio, derechos de propiedad, pobreza extrema y la ausencia de maneras de ganarse la vida, ofrecen muy pocas oportunidades para encontrar un salida expeditiva", indica el documento.

Además, las condiciones del país obligan a inversiones en áreas tan amplias como la planificación urbana, la creación de empleo, la capacitación y las reformas legales, entre otros, para avanzar en el proceso de reconstrucción.

El informe también señala que la lentitud en la retirada de escombros también dificulta la creación de las redes educativas y sanitarias, además de la construcción de un nuevo sistema de agua potable, que debe acompañar el regreso de los desplazados a sus hogares.

Pese a esta situación, el informe destaca que Unicef, las otras agencias de Naciones Unidas y las ONGs con las que colabora han realizado esfuerzos para paliar la grave situación de los más de 4 millones de niños en el empobrecido país caribeño.

Los programas educativos de Unicef atienden a más de 720.000 alumnos, 15.000 maestros y 2.000 escuelas en todo el país, con lo que se ha conseguido llegar al 80 por ciento de los menores que se vieron afectados por el seísmo, según el informe.

Al mismo tiempo, se han instalado 369 espacios infantiles en los que 94.800 menores practican deportes y realizan actividades recreativas fuera de clase.

Unicef también destaca que desde el terremoto se administraron seis tipos de vacunas a 1,9 millones de niños para evitar que contrajeran enfermedades evitables.

La asistencia alimentaria proporcionada a lo largo del año ha impedido que se agraven los índices de malnutrición infantil en el país, aunque el documento reconoce que no es un gran consuelo en un país donde uno de cada tres menores sufre de malnutrición crónica.

El informe también recuerda que en el punto álgido de la emergencia humanitaria tras el sismo se proporcionó agua potable a 1,2 millones de personas y se instalaron 11.300 letrinas para garantizar un mínimo de higiene.

Con vista al futuro, Unicef resalta que la epidemia de cólera, la lentitud en la reconstrucción y la ausencia de oportunidades económicas amenazan la estabilidad y desarrollo del país.

"El compromiso de Unicef en 2011 es abordar todo lo que no se ha terminado en la respuesta al sismo y mantener lo que se ha alcanzado en materia de salud infantil, acceso a agua potable, servicios sanitarios, educación y nutrición", asegura el documento.