El rey de los belgas, Alberto II, ha encomendado al mediador, el senador socialista flamenco Johan Vande Lanotte, que prosiga en el empeño de sacar a Bélgica de su crisis política "lo antes posible", con el fin de no dañar más la economía del país.

Así, el rey de los belgas ha rechazado la petición de dimisión que le presentó Vande Lanotte el pasado jueves ante su fracaso al no conseguir el consenso de los siete principales partidos para una reforma del Estado, primer paso para la formación de un gobierno de coalición, una misión imposible desde hace 211 días.

Para desenmarañar la situación, el rey ha nombrado dos escuderos, a saber: los principales protagonistas de la fricción política que representan los dos polos opuestos que intentan coexistir bajo la marca "Bélgica": el líder de los socialistas francófonos, Elio Di Rupo, y el de los flamencos soberanistas del N-VA, Bart De Wever.

El rey ha pedido a Vande Lanotte que "tome toda iniciativa útil" para encontrar la clave del consenso y que se aproveche del "diálogo privilegiado" con los presidentes de los dos grandes partidos, según un comunicado del Palacio Real.

De esta forma, a juicio del monarca, "el bienestar de todos los ciudadanos del país podrá ser preservado".

Además, precisa que el mandato a Vande Lanotte es para que consiga desbloquear la actual situación de punto muerto "lo antes posible", dado que la tardanza en la formación de un nuevo gobierno (hace más de seis meses de las últimas elecciones) está irritando a los mercados financieros y los inversores, que empiezan a perder la paciencia.

El rey pidió el lunes al primer ministro en funciones, Yves Leterme, la aprobación de un presupuesto con un recorte del déficit aún más ambicioso que el prometido a la Comisión Europea (del 4,1 por ciento del PIB).

Alberto II, uno de los pocos elementos de unidad que quedan a los belgas, parece dispuesto a soportar las rencillas entre sus ciudadanos de norte y sur pero no hasta el punto que se resienta la economía del país, que por culpa de la crisis de gobierno empieza a situarse en el club de los países atacados por los mercados.

Los últimos datos de diferencial de deuda pública respecto a Alemania son los peores desde que nació la moneda única y el termómetro empresarial empieza a presentar la fiebre del descenso de las inversiones.

Es la quinta misión que Alberto II ha encomendado tras las elecciones de junio y la segunda consecutiva al actual mediador, que asumió por primera vez el cargo el 21 de octubre.

Di Rupo y De Wever han participado en anteriores misiones de "preformación" y "concilición", también sin éxito.

Vande Lanotte deberá conseguir una nueva fórmula de consenso entre unos y otros después de que fracasase su última propuesta, que se centraba en la cesión a las regiones del 26% del impuesto sobre la renta, una iniciativa que, sobre el papel, debía contentar a los flamencos.

El N-VA, la formación vencedora de los últimos comicios anticipados, no aceptó esa propuesta, ni tampoco el resto de medidas, como la escisión del distrito electoral que une a Bruselas con su periferia flamenca; la supresión del Senado; la modificación de la financiación de la región de la capital y la descentralización de más competencias, como las del Ministerio de Justicia.

La impaciencia por la falta de Gobierno también a llegado a internet, y crece el apoyo entre los cibernautas a la iniciativa de manifestarse contra los políticos el próximo día 23, convocatoria lanzada por la página "Shame" ("Vergüenza").

Vande Lanotte ha aceptado con resignación y con su habitual silencio la nueva misión que, esta vez, lleva el sobrenombre de "misión de diálogo".