La muerte de 116 miembros de Naciones Unidas en 2010, la mayoría en el terremoto en Haití, ha convertido al año que acaba de pasar en un "annus horribilis" para el personal del organismo internacional, afirmó hoy el sindicato de empleados de la ONU.

El sismo que devastó la nación caribeña el 12 de enero de 2010 costó la vida de 59 empleados civiles de la organización y 43 efectivos policiales y militares de su misión de estabilización (Minustah), el peor saldo mortal en un mismo incidente en la historia de Naciones Unidas.

Un buen número de los fallecidos murieron atrapados en el desplome del Hotel Cristopher, sede la misión en Puerto Príncipe, así como de otro edificio adyacente.

"Un año después, el dolor por su pérdida no ha disminuido, y el sindicato llora junto a los familiares y amigos de los fallecidos, al tiempo que acompañamos a los sobrevivientes, cuyas vidas han cambiado para siempre", dijo en un comunicado el presidente del sindicato, Stephen Kisambira.

Además de las víctimas del sismo de Haití, la ONU perdió el año pasado a al menos otro miembro civil de su personal, tres subcontratistas y 10 "cascos azules".

Las muertes se produjeron en las zonas más peligrosas del planeta, como Darfur (Sudán), Afganistán o la República Democrática del Congo (RDC), donde Naciones Unidas tiene una presencia permanente.

Kisambira lamentó la muerte "sin sentido" de personal del organismo internacional "que trabaja para ayudar a poblaciones necesitadas", al tiempo que pidió a los países que extremen las medidas de protección del personal de la ONU.

Entre los incidentes más graves registrados el año pasado está la muerte en junio de tres "cascos azules" ruandeses de la misión en Darfur (UNAMID) en una emboscada contra unos ingenieros de la ONU que trabajaban cerca de la población de Nertiti, al oeste de la región sudanesa.

Otros tres cascos azules, en esta caso de la India, fallecieron en agosto en un ataque contra una base de la misión de la ONU en la RDC (MONUSCO) en la localidad de Kirumba, en la convulsa provincia de Kivu Norte.

El sindicato también expresó hoy su preocupación por los numerosos secuestros de personal de la ONU que se produjeron a lo largo de 2010, particularmente en Darfur.

El de mayor duración correspondió a Istvan Papp, un empleado civil húngaro de UNAMID, que fue secuestrado de su residencia en Al Fasher, capital de la provincia de Darfur del Norte, el 7 de octubre del año pasado y no recobró la libertad hasta el pasado 5 de enero.

Las 116 muertes registradas el año pasado casi duplican las de de 2009, cuando la ONU perdió a 59 civiles y siete "cascos azules".