El joven Francisco Javier Delgado es todo un ejemplo de coraje en su lucha contra la adversidad desde su más tierna infancia y podría decirse que, con sus dos dedos tiene el mundo a su alcance, puesto que son prácticamente sus únicas extremidades que puede utilizar en su vida cotidiana desde que se le diagnosticó a pocos meses de nacer una atrofia muscular degenerativa incurable. Una dolencia, que le ha obligado a convivir con una silla de ruedas, pero que no le ha impedido desarrollarse en otros ámbitos y afrontar su existencia a contracorriente y lograr parte de sus objetivos, como obtener la licenciatura en Psicología por la Universidad de La Laguna u obtener un master on-line sobre psicología criminal. A pesar de las múltiples dificultades que conlleva su enfermedad, la tenacidad y fortaleza de este joven villero han sido las herramientas imprescindibles para superar muchos baches y contratiempos de la vida. La sala Teobaldo Power de La Orotava será escenario, el próximo día 22 del presente mes, de un festival a beneficio de este joven isleño, que contará con las actuaciones de Altraste y Caracoles. Una velada que será dirigida y presentada por José Pedro Hernández, de Teatro KDO. Francisco Javier Delgado, de 35 años de edad, sólo puede mover dos dedos, que son los que les permiten mantener el contacto con el mundo exterior recurriendo a su ordenador e internet. Su sufrimiento y condicionantes los padece desde que contó con solo seis meses de vida, cuando comenzó con unas fuertes fiebres y a perder capacidad para ponerse en pie. Su madre, Rosario Expósito, lo llevó de un médico a otro, sin que ninguno le diera una explicación clara o contundente de lo que ocurría. Cuando cumplió un año lo llevaron a la clínica San Juan de Dios y allí es donde le dijeron a su madre que padecía una grave enfermedad, sin especificarle nada más. Simplemente le obligaron a usar unos aparatos de cintura para abajo, que tendría que llevar puestos también cuando dormía, además de realizar rehabilitación. Sus padres, con escasos recursos económicos, hicieron todo lo que estaba a su alcance y más para ayudarle en todo lo posible. Luego, según cuenta, con la ayuda de los vecinos de la calle, y a través de una rifa, se pudo obtener el dinero necesario para acudir a la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid, donde confirmaron que padecía un trastorno llamado Atrofia Muscular Espinal subtipo I o de Werdnig Hoffman. Cognitivamente hablando, de “cabeza” estaba bien, pero la atrofia implicaba una degeneración neuromuscular irreversible. Fran no fue realmente consciente de todo este trastorno hasta que llegó a la adolescencia. La pérdida de fuerza era progresiva, pero lenta. Llegó la etapa de la juventud en la que comenzó a sufrir como sus amigos se iban alejando poco a poco: ya por echarse novia o por salir de marcha. Y él no les podía acompañar. Pocas veces fue con ellos, pero lógicamente se sentía raro, pues como él mismo explica: es como asistir a una fiesta a la que no te han invitado, pues una cosa es “salir con” y otra muy distinta es percibir que “te sacan”. Y luego surgió el momento de enamorarse, y de recibir calabazas. Fran, simplemente, pide poder vivir en las condiciones más óptimas posibles y llevar una vida menos dura cada día. Le gustaría tener mayor libertad, independencia y poder tener un trabajo. “Mi estado físico me pone muchos impedimentos, – indica –pero mi cabeza y mi mente están perfectas”. “Aquí estoy yo, soy Francisco Javier Delgado –agrega – y tengo la suficiente capacidad para vivir en dignas condiciones, y hacer todo aquello que me proponga. A emprender objetivos que hace años eran impensables y a desarrollar funciones al frente de un puesto de trabajo. A vivir con la mayor independencia posible, y contribuir a que mis padres y familiares sufran lo menos posible”, asegura.