El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instó hoy a incrementar la ayuda al Gobierno de transición de Somalia para evitar que ese país se convierta en un baluarte del terrorismo internacional.

"La presencia de combatientes radicales extranjeros en Somalia es un recordatorio del peligro de que el Cuerno de África se está convirtiendo en un nuevo frente en la lucha global contra el terrorismo", alertó Ban en un informe remitido al Consejo de Seguridad de la ONU.

El máximo responsable de Naciones Unidas señaló que la seguridad sigue siendo la principal dificultad que afronta el frágil Gobierno federal de transición que desde hace casi dos años trata sin éxito de imponer su autoridad.

En esa línea, resaltó que el Gobierno somalí, así como las tropas de la misión de la Unión Africana (Amisom) que le asiste, necesitan ayuda urgente en materia militar, financiera y logística para hacer frente a los rebeldes islamistas que buscan derrocarlo.

Ban también se hace eco en el informe de la petición de la Unión Africana (UA) al Consejo de Seguridad para que establezca un plazo concreto para transformar la Amisom en una misión de Naciones Unidas.

Sin embargo, reconoce que las condiciones en el país aún impiden el despliegue de una misión de pacificación del organismo y recomienda que se revise el asunto periódicamente a la luz de la evolución de los acontecimientos.

A causa de la precaria situación en Somalia, el Consejo de Seguridad autorizó el mes pasado el envío de 4.000 efectivos de refuerzo a la Amisom y amplió el mandato de la fuerza internacional, conformada en la actualidad por 8.000 militares de Uganda y Burundi, hasta el 30 de septiembre de 2011.

El Gobierno somalí, que es respaldado por la comunidad internacional, fue formado en la vecina Yibuti en febrero de 2009, pero sólo controla una parte de Mogadiscio con apoyo del contingente militar africano.

Las débiles fuerzas gubernamentales se enfrentan a las milicias rebeldes islámicas Al Shabab, vinculada a Al Qaeda y que cuentan con la ayuda de cientos de combatientes extranjeros en su lucha por crear un estado musulmán radical de corte wahabí en el Cuerno de África.

La presión creciente de las milicias islámicas ha incrementado el caos en Somalia, que se ha convertido en polo de desestabilización mundial y en una plataforma para los piratas que atacan las rutas marítimas internacionales del Océano Índico.

Somalia carece de una administración gubernamental efectiva desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Siad Barre y el país quedó repartido entre los líderes de clanes tribales, conocidos como "señores de la guerra", las milicias integristas islámicas y, en algunas zonas, bandas de delincuentes comunes.