El 9 de enero termina el plazo prometido por el Gobierno chino a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prohibir el consumo de tabaco en lugares públicos, pero autoridades y expertos de China, el país donde más se fuma en el mundo, reconocen la imposibilidad de cumplir este objetivo.

En 2003, China firmó el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, en el que se comprometía a eliminar en siete años el consumo de cigarrillos en zonas públicas, pero a día de hoy fumar sigue siendo una práctica frecuente y apenas limitada en bares, restaurantes, transportes públicos e incluso hospitales.

China, mayor productor y consumidor mundial en el sector, fabrica un 42 por ciento del tabaco del mundo y sus 350 millones de fumadores (más de la cuarta parte de la población) consumen un tercio de los cigarrillos que se fuman en el planeta, en un país donde las leyes antitabaco existen pero apenas se aplican.

De acuerdo con el profesor Li Xingming, experto en Educación y Sanidad de la Universidad Médica de Pekín, el fracaso de China a la hora de cumplir sus promesas con la OMS se debe a "falta de inversión y de supervisión en las medidas de control", según declaró al diario oficial "Global Times".

El Ministerio de Salud chino, encargado de poner en práctica la prohibición de fumar en lugares públicos, admite que la tarea no es fácil, ya que en palabras de uno de sus portavoces "sólo se puede dar la orden en los hospitales, por lo que sólo las instituciones médicas van a instaurar la limitación en 2011".

Las medidas contra el vicio de fumar suelen ser dictadas por gobiernos locales, y menos de la mitad de las ciudades chinas poseen este tipo de regulaciones.

Sólo en una ciudad, la ex colonia británica de Hong Kong (cuyas autoridades de Sanidad son independientes del resto de China) sí ha logrado éxitos en el control del tabaco en lugares públicos.

La batalla contra el humo allí la inició precisamente la actual directora general de la OMS (la hongkonesa Margaret Chan), cuando era la principal encargada de temas sanitarios en el territorio.

En el resto de China, fumar sigue teniendo cierto prestigio social, similar al que hace décadas había respecto a los cigarrillos en Europa o EEUU, y el tabaco es un artículo preciado, que se regala en bodas a los invitados o se utiliza como pequeño "soborno" a las autoridades de las que se quiere conseguir algo, entre otros usos.

Los máximos líderes comunistas de antaño, como Mao Zedong y Deng Xiaoping, eran fumadores empedernidos que no tenían ningún problema en aparecer fumando en público, lo que acabó asociando el tabaco en China con la política y el poder.

Muchas marcas de tabaco chinas, por cierto, utilizan esa relación para intentar atraer a los consumidores, usando nombres como "Tiananmen", "Zhongnanhai" (la sede del Ejecutivo) o "Gran Palacio del Pueblo" (sede del Legislativo) para sus cigarrillos más reputados.

A esta visión positiva del tabaco se unen las escasas campañas publicitarias antitabaco -aunque en los últimos años se ha lanzado alguna- y el bajo precio de los paquetes de cigarrillos (los más baratos pueden rondar el equivalente a medio euro).

Esa es una de las razones, además, de que apenas se venda tabaco importado, ni siquiera las marcas estadounidenses omnipresentes en todo el mundo, que apenas han intentado entrar en el jugoso mercado chino.

Económicamente, tampoco parece interesar al Gobierno chino lanzar medidas que reduzcan una industria de la que viven 20 millones de agricultores en cultivos de tabaco, y que genera ingresos fiscales de más de 50.000 millones de euros al año, según destacaba un artículo del diario "South Daily".

Para provincias como Yunnan, en el sur del país y fronteriza al "Triángulo de Oro de la Droga" (Laos, Tailandia y Birmania), el tabaco genera un 45 por ciento de la economía provincial y frena la llegada de cultivos menos deseables por el Gobierno.

Pero los perjuicios a la salud del tabaco en China también se miden en grandes cifras: se calcula que en el país hay, además de los consumidores de tabaco, unos 540 millones de fumadores pasivos (de los que 180 millones son menores de edad).

La OMS llevó a cabo un informe sobre la situación del tabaquismo en China, asegurando que si no se frena la tendencia, en 2025 las muertes relacionadas con el consumo de cigarrillos superarán anualmente los dos millones (ahora rondan el millón).

También recomendó que no se deje seducir por los beneficios fiscales del tabaco, ya que según el organismo sanitario mundial, los gastos por tratar las enfermedades derivadas del tabaquismo, los daños medioambientales o los incendios que causan las colillas triplican esos ingresos.