Eulalia Pérez Sedeño, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), defiende la necesidad de aplicar políticas y normativas que ayuden a equiparar en derechos a las mujeres en el ámbito de la investigación y, aunque se han producido grandes avances legislativos en este sentido, advirtió de que aún existen muchas reticencias a aplicarlos, "parece que algunos todavía no se han enterado de que la Ley Orgánica 3/2007 de Igualdad es de obligado cumplimiento".

La ponente participó en la jornada ''100 años (sin permiso) de las mujeres en la universidad'', que ha organizado este jueves el Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres de la Universidad de La Laguna para conmemorar la aprobación hace un siglo del real decreto que permitió al colectivo femenino acceder a los estudios superiores sin necesidad de permiso por parte del Rey. En su apertura estuvieron presentes el rector de la ULL, Eduardo Doménech, la directora del Instituto Canario de Igualdad, Isabel de Luis, y la directora del instituto organizador, Mª José Guerra, informa la ULL en un comunicado.

Tanto el rector como la directora del Instituto Canario de la Mujer destacaron que, si bien se han logrado muchos avances sociales durante el último siglo, aún queda mucho camino por recorrer. Incluso en la universidad, una institución teóricamente más abierta que otras, contrasta el hecho de que en España haya paridad en el número de estudiantes de ambos sexos, pero no en el de profesoras titulares, catedráticas o rectoras.

Pérez Sedeño intervino en la jornada con una ponencia en la que planteaba el debate abierto en la comunidad científica acerca de si la aplicación de medidas que propicien la paridad entre hombres y mujeres en el seno de los grupos y comisiones de investigación podría ir en contra de los objetivos de calidad y excelencia que debe poseer todo proyecto científico.

PARIDAD Y CALIDAD

Su postura es que ambos objetivos --la paridad y la calidad-- pueden ser compatibles, por lo que defiende las políticas de discriminación positiva, a las cuales ella prefiere denominar "medidas de compensación" porque viene a solventar una situación desfavorecedora preexistente, en este caso, contra los intereses de las mujeres.

La ponente señaló que los mecanismos que rigen las instituciones científicas, como pueden ser las distintas comisiones de los organismos de investigación, o los comités de expertos que evalúan proyectos y publicaciones, suelen caer en medidas discriminatorias contra las mujeres, por lo que es necesario compensar esas prácticas.

Pérez Sedeño aclaró que muchas veces esa discriminación de índole sexual es inconsciente, y heredada de las prácticas sociales imperantes. Puso varios ejemplos de investigaciones que demostraban que, por ejemplo, las cartas de recomendación que los investigadores suelen presentar a los comités evaluadores cuando solicitan un proyecto, a veces están redactadas de diferente manera según la persona solicitante sea hombre o mujer.

La desigualdad en el mundo de la ciencia es, según la investigadora, producto de una cadena de discriminaciones que experimentan las mujeres en diferentes ámbitos desde que nacen.

Por ello, puso como ejemplo positivo lo que ha sucedido en el CSIC, organismo que desde 2002 obliga a que en todas sus comisiones haya paridad, lo cual ha permitido que en sólo ocho años haya aumentado en diez puntos porcentuales la participación femenina en los proyectos de dicho órgano. "Al principio fue problemático, y muchos responsables de proyectos alegaban que no encontraban investigadores suficientes, a lo cual yo les contestaba: no se preocupe, que yo se las busco", recordó como anécdota la ponente.