EL PRÓXIMO día 2 de enero de 2011, España entera, y Canarias también, se quedarán sin fumar. Es decir, quien quiera consumir un cigarrillo lo tendrá que hacer en la calle o en casa.

Ni en bares, ni en restaurantes, ni en casinos, ni en bingos, ni en parte pública alguna se podrá encender un cigarrillo, ni tampoco en los parques infantiles, ni en los accesos a las urgencias hospitalarias y a los colegios. Se mantiene la prohibición en todas las dependencias públicas y tampoco se permitirán cubículos de fumadores en aeropuertos y restaurantes. Se acabó.

España es un país de fumadores que se queda sin su vicio nacional en un plis plas. O sea que no sólo aumentan los socialistas el impuesto sobre el tabaco sino que logran consenso para que no se fume, porque el cigarro y sus efectos devastadores causan merma de posibles en las arcas públicas: miles y miles de españoles mueren cada año de cáncer de pulmón y cuestan mucho dinero a la sanidad pública.

Para los no fumadores la cosa es sencilla. Para los fumadores con vicio muy arraigado será un infierno esta ley, que el PP ha intentado, sin éxito, prorrogar en su aplicación. Desde hace tiempo se habían impuesto en España restricciones al tabaco, que ahora llegan a su cenit. Los fumadores están tristes y deben buscar, a partir de ahora, nuevas zonas para consumir su veneno tradicional.

No todos están de acuerdo con estas medidas, pero en España tienen más fuerza los partidarios de no fumar que sus contrarios. Los intentos por cargarse la ley por parte de los fumadores no han triunfado y las Cortes han dado el visto bueno a una norma que entrará en vigor el día 2 de enero. A fumar a la calle.

España, un país hasta ahora muy permisivo, sigue la senda de otros de primera línea que han mantenido posturas similares. En los Estados Unidos, por ejemplo, fumar se ha convertido en algo de mal gusto, cuando en todas las películas clásicas americanas aparecían actores y actrices fumando hasta en la cama. Pero la moda se ha terminado. Fumar cuesta caro a la sanidad que costeamos todos, tan caro que asusta a los gobernantes. De ahí esta ley que pone fin a toda una época.

Naturalmente que los del vicio del tabaco siguen con mucha preocupación el avatar de la norma, ya en su término. Hasta el punto de que el día 2 será una fecha inexorable. A fumar, pues, a la calle.