El ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, ha asegurado que su "exclusión" en eventuales negociaciones entre España y el Reino Unido sobre la soberanía del Peñón supone "un error que dificulta o imposibilita cualquier proceso de resolución de la situación y condenaría a las partes a 300 años más de contencioso".

Así se ha manifestado en su intervención en el ''Fórum Europa. Tribuna Andalucía'', en alusión a la posición española de que la cuestión de la soberanía es algo que corresponde negociar de forma bilateral con Reino Unido en el marco del llamado Proceso de Bruselas y que por tanto queda fuera del Foro de Diálogo en el que sí participa Gibraltar y que tiene por objetivo avanzar en la cooperación entre el Peñón y sus poblaciones vecinas.

"Los problemas mientras no se resuelvan hay que contenerlos", ha señalado Caruana, tras dejar claro que Gibraltar "no es patrimonio" de Reino Unido "como para que nos puedan entregar en un diálogo bilateral, porque vulnera los derechos de sus ciudadanos como seres humanos".

"O vivimos vueltos el uno al otro y nos condenamos a 300 años más de contencioso o entramos en un proceso democrático. Nosotros apostamos por lo segundo, y quien lo haga por lo primero tendrá que explicar su decisión a las generaciones futuras", ha sentenciado Caruana, que ha querido dejar claro que Londres "ya ha firmado que no habrá vuelta atrás para el proceso bilateral".

Caruana se refería así al compromiso adquirido por Reino Unido y que queda plasmado en la Constitución de Gibraltar de que Londres no iniciará un proceso de negociación con España sobre la soberanía del Peñón a no ser que los gibraltareños así lo quieran.

"Si no dialogamos estamos condenados a otros 300 años de contencioso", ha insistido Caruana, que afirma que "en España se predica derechos humanos y no puede ser su política con Gibraltar la única que no refleje esos derechos". En su opinión, "los democráticos españoles no pueden pensar que Gibraltar debe ser español y que hay que obtenerlo con o sin el beneplácito de sus ciudadanos".

Caruana sostiene que España considera válido el Tratado de Utrecht "por conveniencia" y que Gibraltar tiene "tanto derecho a la autodeterminación como cualquier otro territorio ante una España que reclama y un Reino Unido con ex poder de colonia, que cogió el Peñón hace 300 años".

"En el siglo XXI hay un problema desde el siglo XVIII, en el que no entro en si la historia hizo una injusticia a España ya que en 1704 se iba en barcos cogiendo terrenos y ahora no se puede exigir a unos ciudadanos con derechos modernos y democráticos que paguen la deuda pendiente que España cree que tiene con la historia", insiste Caruana, tras agregar que "nadie aboga por que las fronteras del planeta vuelvan a lo que era en 1704".

Caruana cree que el sentimiento negativo que existe a su juicio en España hacia Gibraltar viene por "desconocimiento o por un sentir colectivo de reclamación de agravio histórico". "Gibraltar no es parte del Reino Unido, sino que goza de autogobierno e independencia administrativa y legislativa, rozando lo que será la total independencia", sentencia Caruana.

No obstante, ha aclarado que el Peñón "no quiere ser independiente, porque Reino Unido no lo permite y porque el mundo global es peligroso para los países tan pequeños". Pero Gibraltar, precisa, "no quiere ser de España, algo que no ha sido en 300 años".

ESTATUS COMO EL DE ANDORRA

En este sentido, ha indicado que una propuesta o posible solución sería que el Peñón alcanzara un estatus como Andorra, "algo que España no tiene ánimo de hacer en este momento o tal vez nunca". "Si eso fuera viable, yo incluso no vería imposible recomendárselo al pueblo de Gibraltar, que es el que tiene el derecho a decidir su futuro", agrega.

"El ''status quo'' actual nos complace, pero no es el estatus final de libertad. No pretendo adoctrinar a los gibraltareños sobre lo que han de pensar, sino salvaguardar su derecho a elegir y que no sean víctimas de la imposición", reitera.

Preguntado si el PP usa a Gibraltar de "modo electoralista", Caruana cree que "lamentablemente sí" y critica que, mientras que "en momentos de crisis se han conseguido mantener las relaciones entre el Campo de Gibraltar y el Peñón, ahora se están viendo empañadas por la utilización de Gibraltar como balón político".

Ha advertido de que esta utilización "ya no se limita a la esfera nacional, sino que se está haciendo dentro del Ayuntamiento gaditano de la Línea de la Concepción, algo que es muy peligroso para las relaciones transfronterizas".

PATRULLAS MARÍTIMAS Y SUBMARINOS

Por otra parte, el ministro principal de Gibraltar no ha apostado por la creación de patrullas marítimas mixtas entre España y el Peñón, aunque sí por la cooperación, "que ya rige una normativa europea".

Ha aclarado que los submarinos nucleares que habitualmente llegan a Gibraltar lo hacen en visitas "normales como a todos los puertos españoles, como a Rota o a Cartagena". "Otra cosa es que se arreglen los reactores, algo a lo que Gibraltar también se opone", sentencia.

En este sentido, señala que "sólo se dio el caso del Tireless, a lo que se opuso Gibraltar, pero entonces tenía poder político porque Reino Unido tenía su base militar".

En cuanto a los rellenos para ganar terreno al mar, Caruana ha sentenciado que "quiero que se hagan y se van a hacer", aunque matiza que ahora no se están produciendo, "sino que en la zona sólo se están desarrollando las obras del túnel de debajo del aeropuerto, que no constituyen rellenos al mar".

Sin embargo, considera que el Gobierno de Gibraltar se siente "libre" para hacer los rellenos que considere y "lo hará como lo ha hecho siempre, aunque el Gobierno de España siempre protesta".

Ha señalado que estas acciones cuentan "con todos los informes necesarios de impacto medioambiental" y ha manifestado que España "ha hecho rellenos en la Bahía y en Campamento y no se ha dicho ni pío".

"España puede hacer todos los rellenos que le dé la gana y cuando lo hace Gibraltar sí hay impacto negativo para el vecino. Tiene que haber la misma ley para todos", concluye Caruana, que no considera que sean "malos vecinos", al contar con "el mismo interés de que prospere económicamente el Campo de Gibraltar como al contrario, porque nos beneficiamos unos de otros".